CAMBIO DE TERCIO
Por Padre Pedrojosé Ynaraja
Durante mucho tiempo escribí sobre animales y plantas en la Biblia. No oculto que
mi propósito, por entonces y en algún momento, fue recopilarlos y publicarlos en
un volumen. Hasta lo había gestionado y se me había dicho que aceptarían el
original. Poco a poco fui abandonando la idea. Escribía al principio para que
apareciera en papel. Tenía señaladas las líneas que cabrían en mi columna.
Suprimir adjetivos, eliminar nombres innecesarios o puntos y aparte, suponía a
veces tanto tiempo, como redactar el artículo. Vino luego la aparición en Internet.
Este ámbito es como un acordeón, se me dijo. Pero, dada la simultaneidad, el de
cada semana era fruto de condicionamientos que ni eran literarios, ni bíblicos. He
estado hablando de hace años, pero todavía encuentro lectores que se acuerdan de
ellos y desearían una nueva aparición. Venía cavilando sobre ello desde hace
tiempo. He aquí mis propósitos.
Evidentemente, no se puede ignorar el ámbito virtual. A la trasmisión gráfica de
contenidos, que se inició con los garabatos, tal vez mágicos, de las cavernas, le
siguió los signos cuneiformes en las tablillas de arcilla, los jeroglíficos egipcios, los
grabados en piedra, desde el Código de Hammurabi, a los Diez Mandamientos. Más
tarde la escritura fue en papiro, perfeccionada cuando se hace sobre pieles, los
pergaminos, hasta la llegada de la imprenta. Y en este terreno también se
evolucionó. Primero tipos de madera, después de metal, el oficio de cajista era un
encanto. Vino la linotipia, el offset, el huecograbado y la fotocomposición. Hoy son
archivos digitales, en soportes que cada día se perfeccionan y ocupan menos lugar.
Redactar sobre animales y plantas en la Biblia, sin otra ambición que contestar a la
pregunta de cuantos y cuantas veces aparecen en el Sagrado Texto, es ridículo. No
hay más que poner la frase en el google y nos dará bastantes respuestas, sean de
autores individuales o de instituciones universitarias. He consultado muchos, como
también adquirido libros y folletos. En todos los casos, he encontrado a faltar algún
animal o planta. Yo mismo, que he leído más de diez veces la Biblia y que cada día
lo sigo haciendo, hace muy poco, he descubierto que de la pulga nadie se había
acordado y aparece e ISa, 24,15. Otra cuestión es la clasificación. Cansaría al lector
si le contara las vueltas y revueltas que le he dado al tema, hasta llegar a decirle lo
que me propongo.
Proyecto escribir formando conjuntos relacionados. Hablar del vegetal o animal y de
la Biblia, de manera que se entere el lector de características de ciertos seres
vivientes y crezca su conocimiento y el deseo de ahondar en el mensaje revelado.
Todo ello de lectura amena, como recomendaba el Papa a los peregrinos, el 3 de
agosto de 2011.
Pienso que el lector complemente mi redacción. Imagino que si la lee en papel,
fotocopie el original. Si es en virtual, copie y pegue, y añada por su cuenta
fotografías o dibujos, recreándose en ello, mientras compone un álbum. Para su
satisfacción y para obsequio a amigos. Este gesto será también, de alguna manera,
evangelizador. Me propongo escribir dando la extensión que crea oportuna, no
evitando la molesta palabrita: continuará.
Acabo diciendo los títulos que pienso dar a algunos albúmenes. Las siete especies
de la Tierra Prometida. Otro: las plantas que se mencionan en el Cantar de los
Cantares. Otro, las que vería el Señor por sus andares apostólicos etc. Otro, las
propias de la fiesta de Sucot, de las que habla Levítico 23,40.
Evidentemente, continuaré la próxima semana, si Dios quiere..