A DORACIÓN
Solo Tú y yo sabemos nuestras horas
frías, solas, íntimas, secretas.
Solo Tú y yo sabemos no fue pérdida
el tiempo en compañía, sin palabras.
Solo Tú y yo sabemos que el caudal,
en la espera, se hizo fuego.
Aunque el tramo parecía yermo,
transcurrió en la fe de tu presencia.
No hay estancia inútil ante tu mesa,
ni tiempo perdido ante tus ojos.
Hoy va por ti mi ofrenda en el silencio.
Sé que Tú actuarás por mí en mi carrera.
¡Que distinta es la noche centinela!
¡El alba alumbrada de tu paz radiante!
¡El camino compañero de tus pasos!
¡La cena, pan partido, hecho abrazo!
Hoy quiero rendir mi cuerpo y pensamiento.
Hoy quiero estrechar tu mano, auque esté herida,
y guardar muy dentro el rescoldo amigo,
el instante encendido de amor en lo más dentro.
Padre Angel Moreno de Buenafuente