A vueltas con la Edad Media
P. Fernando Pascual
19-8-2012
Se ha convertido en una especie de mantra: “¡ya no estamos en la Edad Media!” El sentido que se
da a esta frase suele ser siempre el mismo: hubo un tiempo en que los hombres vivían en un sistema
político y social bastante malo, y ahora estamos mucho mejor.
Esta frase se construye sobre dos pilares que se complementan. Por un lado, la suposición de que
conocemos cómo era el mundo medieval y cómo es el mundo en el que ahora vivimos. Por otro, la
suposición de que antes la humanidad estaba peor y ahora estamos mejor; es decir, que en algún
momento de la historia se ha dado un paso hacia el progreso, el bienestar, la justicia, la cultura.
Los dos pilares, sin embargo, pueden ocultar engaños y falsedades. En primer lugar, porque muchos
tienen ideas bastante incompletas y desenfocadas sobre la Edad Media. La ven con los ojos de
quienes, durante siglos, han denigrado un periodo del pasado con adjetivos llenos de desprecio:
edad oscura, tiempo de intolerancia y de supersticiones, época de injusticias y de agresiones hacia
las minorías.
Estigmatizar un periodo del pasado muy largo (unos 1000 años) y complejo simplemente con frases
repetidas una y otra vez, incluso desde novelas pseudohistóricas que destacan lo oscuro y olvidan lo
luminoso, no lleva a la verdad sino a falsificaciones y a caricaturas, como ocurriría si aplicásemos el
mismo método al mundo en el que ahora vivimos.
Existen, sin embargo, una serie de estudios de las últimas décadas que han mostrado cómo la Edad
Media tenía, como cada época histórica, sus sombras y sus luces. Podríamos mencionar, por
ejemplo, a Étienne Gilson (para la dimensión filosófica), a Jacques Le Goff (para la cultura), a
Pierre Duhem y a Edward Grant (sobre la aportación medieval al mundo de la ciencia).
En segundo lugar, y ya mirando a nuestro tiempo, ¿de verdad somos mejores que en el pasado?
¿Hemos progresado respecto del mundo medieval? Desde el punto tecnológico hay mejoras
evidentes. También en lo que se refiere a la medicina y al bienestar general en amplias zonas
geográficas.
Pero, ¿somos realmente mejores que los medievales? Aceptar nuestra “superioridad”, ¿no significa
olvidar guerras atroces y crímenes masivos de los últimos 200 años de historia humana? ¿No
presenciamos hoy día, por desgracia con bastante indiferencia, la muerte de millones de niños antes
de nacer por culpa del aborto o tras el parto a causa del hambre? ¿No existe una crisis del
matrimonio que lleva a miles de divorcios cada año? ¿No hay personas angustiadas cerca de
nuestros mismos hogares? ¿No mueren miles y miles de jóvenes y adultos por drogas y por el abuso
de bebidas alcohólicas? ¿No hay personas que se sienten marginadas y despreciadas? ¿No hay en
nuestros días miles de magos y magas y millones de personas que leen con atención los horóscopos,
con formas de superstición que irritarían a los “ilustrados” del siglo XVIII?
No podemos seguir con clichés sobre la Edad Media que impiden conocer un periodo histórico
sumamente complejo y de una duración milenaria. El camino para superar esteriotipos consiste en
leer buenos estudios, en acceder a documentos sobre cada época y zona geográfica, en analizar con
la ayuda de historiadores serios y objetivos un periodo de la historia humana que tuvo, como ha
ocurrido tantas veces, sus luces y sus sombras, su miseria y su grandeza, sus debilidades y sus
gestos de heroísmo y de auténtico amor a la verdad y a la justicia.