¿Cómo tratamos a los demás?
Para vivir la justicia
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Una de las causas de los desórdenes tanto locales como
internacionales es la injusticia. Por ello importa tener claro qué es la
justicia. Una definición nos dice que es conceder a cada uno sus
derechos, lo que le es debido por ser lo que es.
¿Qué derechos tiene la persona? Los descubrimos observando
al hombre. Cada persona tiene ciertas necesidades básicas que
cubrir, sean de tipo material (alimento, vestido, habitación…) o
espiritual (conocimientos, religión, etc.). Al ser exigencias de su
propia naturaleza, surge el derecho a disponer de esos bienes:
derecho a la vida, a la educación, a la libertad de culto, etc.
La justicia no se trata sólo de dar cosas materiales, sino
abarca también el trato que damos. Tenemos derecho a ser tratados
como lo que somos: como seres humanos. Nunca podemos ver a las
demás personas como objetos o como medios para obtener algo.
Decía el beato Juan Pablo II que a la persona la trataremos con
justicia solo si la amamos. Por ellos cada persona tiene derecho a
ser tratado con amor, eso es lo justo en las relaciones
interpersonales, nunca como objetos. Cuando una persona maltrata
a otra decimos que eso es injusto.
Así pues, el valor de la persona es tan grande que el modo
justo de tratarla es a través del amor. Si no cuidamos ese orden se
cae en muchos males. Por ejemplo, esta es la razón por lo que la
pornografía rebaja a la persona, porque no la trata con amor, sino
como objeto de placer, dándole un trato muy injusto. Con ello se
denigra a la persona.
2) Para pensar
Fernando IV, rey de Castilla en el siglo XIV, recibió el
sobrenombre de “El Emplazado”. Ello se debió a un trágico
acontecimiento. Sucedió que durante una expedición guerrera se
cometió un crimen. El rey mandó aprehender a los hermanos don
Juan y don Pedro Carvajal, creyendo que eran los asesinos. Y sin
interrogatorios, ni defensa alguna, los dos hermanos fueron
condenados a muerte.
Con ello el rey rompía el juramento que prestó al ser
coronado; entonces se había comprometido a no separarse jamás
de las leyes de la justicia.
Los condenados a la pena capital juraban y perjuraban que
eran inocentes, y suplicaban ser oídos por un tribunal regular. Pero
no se les concedió.
Antes de morir, ambos hermanos emplazaron al rey ante el
tribunal de Dios para dentro de un mes. Luego los ajusticiaron.
Lo notable del caso es que habían transcurrido veintinueve
días, y el rey se encontraba más sano que nunca; pero al llegar el
trigésimo se sintió algo indispuesto. Se retiró a Jaén y se acostó. Y
aquél mismo día falleció, el 17 de septiembre de 1312. De ahí le
vino su sobrenombre de “El Emplazado”.
Ciertamente aquí en la tierra no siempre se consigue la
justicia, pero siempre habrá un tribunal divino donde todo se
ajustará.
3) Para vivir
Además de tratar a cada uno como lo que es, ser justo
implicará hacer todo lo posible para que cada persona pueda
cumplir las exigencias de su desarrollo personal.
Viviremos la justicia si procuramos satisfacer la necesidad que
tiene cada persona de crecer, de lograr la estatura espiritual que le
compete. Por ello, seremos justos en la medida en que adquirimos
la responsabilidad sobre nuestra propia vida, y sobre la de los
demás.
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