LA GRANADA (7-especies)
Padre Pedrojosé Ynaraja
Sorprende la inclusión de esta fruta en la lista de las esperanzas que se le dan al Israel del
Éxodo. Muchos lectores la desconocerán y para otros será alimento ocasional. Su nombre
científico es: púnica granatum. De forma esférica, sobresale en su cúspide los restos del cáliz
floral en forma de diadema. Vista en el árbol y bien madura, sorprende su aspecto. Su piel
simula un fino cordobán y si, consecuencia de su sazón, revienta, el vivo color rojo de sus
entrañas, es un encanto. Árbol o arbusto, vive cómodamente en la cuenca mediterránea. Los
ejemplares salvajes, pequeños de talla y fruto, lucen graciosa corona. Atractiva como una
sonrisa infantil. En tales cualidades se fijarían los diseñadores de las vestiduras sacerdotales,
que, de factura metálica, las incluyeron en sus bordes. Fueron también remate de las dos
columnas que se levantaban ante el Templo de Salomón y, aun hoy en día, los ejemplares de
la Torá de uso litúrgico, coronan los extremos de los dos ejes en los que se enrolla el texto, con
doradas granadas.
Su resistente corteza fina, alberga en su interior una infinidad de semillas que sumergidas en
un jugo dulce, constituyen una apetitosa bebida, capaz de conservarse en su interior mucho
tiempo. Los camellos las trasportan a grandes distancias, saciando la sed de los viajeros. En
Tierra Santa, es fácil encontrar jugo envasado. Recuerdo, cuando lo saboreo, que es la bebida
que la amada del Cantar de los Cantares, dice, ofrecerá a su amado (8,2)
Mirando hace poco el suplemento dominical de un rotativo de gran tirada, observaba la
languidez de los rostros femeninos, tanto de los anuncios de perfumes, como de las imágenes
dedicadas a la moda. Lamento la violencia de género, pero, en grado menor, también deploro
esta actitud, que insinúa una personalidad que reclama orgullosos socorros masculinos. El
Cantar dice de la amada, que sus mejillas son mitades de granada. La expresión, acorde con
la belleza total del poema, es totalmente opuesta a las imágenes de nuestras revistas
ilustradas. La sonrisa, entre tímida y atrevida, de una jovencita, es una de las mejores visiones
que uno puede tener. Pero no solo es bella, es capaz de elevar del decaimiento y depresión
que tanto abunda.
Dios, prometiendo trigo y cebada, demuestra generosidad. Anunciando el regalo de la granada,
ostenta su suprema elegancia espiritual. Un Dios filántropo es un alivio en las penas. Encanta
saber que también es gentil. Un texto de Isaías dice que la alegría que experimenta el esposo
con su esposa la halla el Señor con su pueblo (62,5). La fruta del Paraíso, piensan en Oriente,
que fue un higo. Lógico si las hojas de este árbol fueron lo primero que cubrió la desnudez
humana. En Armenia, donde en sus valles crecen las más bellas granadas, dicen que fue esta
la fruta tentadora y me parece mucho más acertado que nuestra vulgar manzana. La granada,
con absoluta seguridad, pertenece a la aristocracia vegetal.