Ante un texto
P. Fernando Pascual
3-11-2012
Leer un texto parece fácil. Lo pongo ante mis ojos, entiendo más o menos el lenguaje en el que está
escrito, empiezo a desentrañar sus contenidos.
Al final, saco mis conclusiones. Y descubro, con sorpresa, que otros han llegado a conclusiones
muy diferentes. ¿No será entonces que la lectura de un texto requiere estar atentos a otros aspectos?
Por eso resulta importante, a la hora de leer provechosamente cualquier texto, tener en cuenta una
serie de reflexiones previas.
Nos fijamos ahora sólo en la primera, que se refiere precisamente al autor. ¿Por qué existen textos
escritos? Porque alguien ha decidido plasmar en los mismos ideas que pasaron por su cabeza y que
en cierto modo llevaba en su corazón.
En otras palabras, a través de unas letras, digitales o en papel, el lector se pone en contacto, al
menos en parte, con el mundo interior de otra persona, del autor del texto.
Es importante, por lo mismo, preguntarnos por ese autor. ¿Qué le llevó a escribir? ¿De dónde le
vinieron las ideas que plasmó en el papel? ¿A quién se dirige con su obra? ¿Qué relación deseaba
establecer desde su época concreta con sus futuros lectores?
Esas y otras preguntas puede responderlas, con mayor o menor precisión, sólo quien un día decidió
poner en papel (o en un formato electrónico) pensamientos e inquietudes, cuentos o datos más o
menos fidedignos, dudas o certezas.
El autor, por desgracia, no siempre está al alcance de nuestras preguntas. Si ya murió, porque nos
separa esa frontera de la muerte. Si está vivo, muchas veces porque prefiere una vida tranquila, sin
demasiados lectores que le bombardeen con interrogaciones de todo tipo, o porque simplemente
tiene su domicilio muy lejos.
En ocasiones, el autor ha expresado de palabra o por escrito sus intenciones o deseos. En esos casos,
desvela parte del misterio de su alma, los motivos que lo llevaron a dar a luz una novela o a
emprender una rigurosa investigación histórica. En otros casos, son los cercanos o simplemente
algunos biógrafos quienes ofrecen datos sobre la vida, las inquietudes y los proyectos de quien
escribió esa obra que ahora tanto nos interesa.
Detrás de un texto, por lo tanto, hay siempre un hombre o una mujer. Desde sus preguntas, sus
esperanzas, sus inquietudes, sus anhelos, decidió un día abrir una ventana a su alma para lanzar
palabras que ahora están al alcance de muchos.
Tomo, de nuevo, un texto entre mis manos. Desde la ayuda de unas palabras sintonizo con un
corazón y una historia, con un autor que ha empezado a ser parte de mi propia vida...