¡Una gran alegría!
Mario J. Paredes
Navidad es el tiempo litúrgico con el que los cristianos
celebramos, cada año, el nacimiento de nuestro Señor
Jesucristo. El nacimiento del humilde hijo de carpintero (Mt
13,55) que partió la historia de la humanidad en dos: años y
siglos antes y después de Cristo.
El relato del nacimiento en el evangelio de Lucas, como todo
relato humano y – por tanto – como todo relato bíblico, está
entretejido
con datos históricos y confesiones de fe.
Respecto de los
datos históricos,
destaca en Lucas el interés
por darle un marco espacio-temporal lo más exacto posible al
nacimiento del “Salvador”. Así, nos cuenta Lucas, que:
“Salió un decreto del Emperador Augusto, ordenando
hacer un censo del mundo entero…primer censo que se
hizo siendo Cirino gobernador de Siria…”.(Lc 2,1-2)
Más datos históricos del simple pero contundente relato lucano
sobre el nacimiento y la infancia de Jesús son sus referencias a:
“La ciudad de Nazaret, en Galilea” (Lc 2,4).
“Su esposa María, que estaba encinta”(Lc 2,5).
“En aquella regin había pastores…”(Lc 2,8).
Pero toda la fuerza y la intencionalidad del relato están puestas
en las
confesiones de fe
que la primitiva comunidad cristiana,
seno del relato lucano, hace - “a la luz de la pascua” - sobre el
niño al que ya confiesan Resucitado, sobre el infante al que
ahora confiesan como Señor.
Sobresalen, en el relato lucano, las siguientes confesiones de fe:
“De la casa y familia de David” (Lc 2,4)
“La ciudad de David que se llama Belén, en Judea”(Lc 2,4)
“Un ángel del Señor se les presentó, la gloria del Señor los
envolvió de claridad y se llenaron de gran temor. El ángel
les dijo: no temáis, os traigo
una buena noticia, una
gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de
David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor
”
(Lc 2, 9-11)
“Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres
que ama el Seor”(Lc 2.14)
Después de veinte siglos, aunque las circunstancias sociales,
históricas y culturales han cambiado podemos afirmar que
nuestro credo es una fe y una religión histórica, con
fundamento en hechos acaecidos de manera irrebatible y
comprobable en el espacio-tiempo de la historia humana (D.V.
2).
Pero, especialmente, podemos decir que - después de veinte
siglos, en el tiempo litúrgico de la navidad, los cristianos nos
unimos a las mismísimas confesiones de fe hechas por los
primeros cristianos en sus comunidades. También nosotros
hoy, como cada día y en cada navidad, confesamos que en el
nio “envuelto en paales y recostado en una pesebrera” nos
naci el Salvador, el Mesías, el Seor, “el camino, la verdad y la
vida” (Jn 14,6), el que llena de sentido la historia de nuestras
vidas personal, familiar y socialmente.
Navidad entonces es un tiempo litúrgico con fundamento
histórico pero – especialmente – un tiempo de celebración
gozosa
por la buena noticia y la gran alegría
que el
nacimiento del Hijo de Dios significó para los primeros
cristianos que así lo confiesan en el hermoso relato lucano y
para nosotros que así mismo lo confesamos en el aquí y ahora
de nuestra historia.
Esta buena noticia, esta gran alegría
justifica con creces
todas las celebraciones alrededor de la navidad. Por ello: Feliz
Navidad!