Navidad, ¿escándalo para algunos?
Carlos Vargas Vidal
vargasvidal@yahoo.com
PANAMA. La mejor noticia del año, y la de todos los años, es el aniversario del
nacimiento del Hijo de Dios en carne mortal, quien se encarnó en el seno de la
Virgen María para estar entre nosotros. ¡Y tan solo por Amor a nosotros!
Decir que Dios es malo o no existe porque permite durante estos tiempos de
Navidad, y durante otras fechas del año, desgracias personales, como la matanza
reciente de niños, es desconocer la razón única y primera del parto de la santísima
Madre de Dios.
El Misterio de la Navidad nos revela el esplendor de la gloria de Dios, cuyo Verbo
inefable, Jesús, su Niño Santo, nos transmite la obra inexplicable e indescriptible de
nuestra salvación eterna. ¡Tan fehaciente y esperanzadora! ¿Acaso el hombre y la
mujer deberían vivir sin fe y esperanza alguna?
Guiados por esa Sabiduría celestial; nada sin ella; podemos sentir, mas no ver, que
el corazón humano nos habla de ese renuevo del tronco de Jesé, hecho niño en
Belén, que nos ama inmensa y fraternalmente, y como hermano nos da los medios
para deshacernos de esa servidumbre del pecado.
Dios ha sido, fue, es y será, por toda una eternidad, el único, inmutable, verdadero
Dios y verdadero Hombre. Y es a su vez un Padre sin igual. Perfecto y compasivo.
Que pone a prueba a sus hijos buscando en ellos que sean merecedores de su
gloria y perfección.
Perfección que no se entiende ni la entenderá la necedad. Porque el hombre, sin
piedad ni humildad, no será capaz de comprender los designios ni la capacidad de
Dios (Mt 11, 25); quien nos ama tanto que nos da la libertad de escoger entre el
bien y el mal. Es decir, entre la salvación y la perdición. Y respeta con ese amor
inentendible nuestra decisión.
¡Pero no! Queremos hacer el mal. Regocijarnos en el mal. Y estando dentro del mal
preguntamos todavía: ¿Por qué Dios permite que el mal triunfe? Por eso es que
Dios prefiere al pobre que no vive para la abundancia de bienes y de placeres
terrenales, ni está contaminado con la malicia de este mundo.
No obstante, tanto amó Dios al mundo que sacrificó a su único Hijo para salvarnos.
Esa es la perfección que nos cuesta tanto entender. Y ese es también el escándalo
que muchos hombres y mujeres no logran superar; quedando, pues, la Navidad
como un signo de contradicción para muchos. Y trampa que pone en el camino el
enemigo del hombre (Satán).
Así es como le hace creer que su concepción nihilista, relativista y pesimista de la
vida es la correcta. Siendo así, según una mala concepción de la vida- cree, como
el chancho, que vivir en medio del fango es lo correcto. Nosotros, en cambio,
decimos: ¡Grande es tu origen, Señor, en medio de un humilde
pesebre! (Veritas Prima).