DIOS ES OPTIMISMO
Padre Pedrojosé Ynaraja
Advierto que no he puesto que Dios sea optimista. Afirmar esto último podría
suponer que si bien lo es, con el tiempo y la experiencia, cambiará de actitud, como
tanta gente que a medida que se va haciendo viejo se vuelve más desconfiado. En
este como en tantos otros campos ideológicos, nos inclinados a imaginar un dios a
nuestro antojo. Y lo malo del caso es que creemos acertar. ¡menudo orgullo!
Se escribe, se afirma en conferencias, y todos, excepto las mente fanáticas,
admitimos que los relatos revelados, los de la Creación, por ejemplo, en el Génesis,
son genuinamente antropomórficos. Que un dios alfarero, que amasa barro y
modela un muñeco, para después soplarle aliento que le entra por las narices y le
convierte en ser viviente, es pura, pero acertada imaginación, con fines
catequéticos, es evidente. Sin dejar de ser por ello Revelación. Aprendemos la
lección, sin inquietarnos las imágenes. Lo malo es pretender aplicar el mismo
método a los contenidos.
Por lo dicho, la noción antropomórfica de Dios continúa incrustada en nuestra
mente. Hay que aceptar sinceramente, que nuestras estructuras mentales,
generalmente, son más aristotélicas que bíblicas. Consecuencia de ello es que
queremos obligar a nuestro Dios, ahora escrito en mayúscula, a ser, actuar y
juzgar, a nuestra manera. Empequeñecemos a Dios y esto es grave pecado.
Involuntario sin duda, pero del que debemos alejarnos.
El ser humano, orgulloso como es, tiene tendencia a ser antropocéntrico. Lo es en
su vivencia íntima y en la colectiva de su comunidad. Cada cultura tiene un lugar al
que le llama ombligo del mundo. Lo veo siempre que voy a la basílica del Santo
Sepulcro, en Jerusalén, e invito a mis acompañantes a que con sorna se fotografíen
sentados en el monumento. Consulto Google y aparecen tantos lugares que creen
serlo que renuncio a poner otros ejemplos. Al proclamar Galileo que la Tierra no era
el centro del universo, se atraía la antipatía de sus contemporáneos que querían
que, por lo menos nuestro planeta, el habitado por nosotros, lo fuera y que alguien
se atreviese a negarlo, les resultaba inaguantable. Superficiales ignorantes los que
así pensaban, ya que, nadie sabe si sus dimensiones, las del universo, son
indefinidas, en cuyo caso cualquier punto puede ser su centro.
Aprisionados en la jaula de oro del espacio y el tiempo, vemos las cosas, nos
dejamos arrebatar por deseos, proyectamos nuestra vida y nos juzgamos a
nosotros mismos, de acuerdo a esta raquítica visión que se nos ha concedido.
Decía que tal vivir es pecado, seguramente siempre involuntario, pero lo vuelvo a
repetir por su importancia. Añado ahora que es insoportable para la mente. El
progreso de la ciencia física, referida al microcosmos, partículas elementales en el
átomo, etc. y la referida a la visión de un universo en expansión y posible recesión,
donde existe materia y antimateria, agujeros negros etc. resulta difícil de conjugar
con nuestra Fe.
Siempre digo que, sin rehusar las reuniones ecuménicas, en mi vida y en mi
entorno, desde siempre y en miniatura, las vivo, añado las asambleas de
intercambio, que en este caso personal es pura relación amistosa. Es fundamental y
no debe retrasarse un encuentro entre cosmólogos científicos, cosmólogos
filosóficos, y no solo escolásticos, animados, alentados y vivificados por
místicos.
Que Dios es optimismo, es una manera de expresar la sentencia escolástica: Dios
es acto puro. Lo que vengo diciendo puede parecer puro juego diletante o, a lo
sumo, muestra de erudición. No ignoro que es lícito que uno se dedique a filosofar,
cosa tan legítima como plasmar belleza plástica. ¿es honrado hacerlo respecto a
Dios?. La teología de laboratorio, divagar, elucubrar y relacionar teorías ¿es perder
el tiempo?. Competir, dialogando hasta agresivamente, con quien piensa de manera
contraria ¿está justificado?.
El lector avispado ya se habrá dado cuenta de que no siento simpatía por los tales
sabios. Puede Botticelli, pintar el nacimiento de Venus, Beethoven componer el
segundo movimiento de su séptima sinfonía, o Ernest Hemingway escribir El viejo y
el mar, y nadie se preguntará si es lícito y bueno hacerlo. La belleza se justifica por
sí misma. (He citado tres ejemplos estéticos en campos diferentes, que me
entusiasman, como pudiera haber mencionado muchos otros de tanto o más valor).
Si esta “teología de laboratorio” se ocupa en definir términos referidos a Dios o a la
Iglesia para mostrar su belleza y la bondad de su existencia, me parecerá muy
bien. Si se emplea en estudiar deterioros o imperfecciones para mejorarla, también.
Pero que no se quede en esto. Que la vida cristiana debe ser un ejercicio plástico de
imitación a Jesús de Nazaret y limitarse a señalar defectos, apoca a muchos,
lesiona a otros dificultando que avancen, hasta llega a bloquear su crecimiento
misionero. Sobran, opino yo, teólogos que denuncien y condenen errores, mientras
viven aburguesados y satisfechos de sus acusaciones.
Cambio totalmente de tercio. Soy presbítero. He llegado y permanezco en este
estado respondiendo a lo que yo creo es una vocación, una llamada personal de
Dios. Se vive en el seno de la Iglesia de múltiples maneras. En la clerecía secular o
diocesana, parece que prima el ministerio y, más específicamente, el parroquial. Y
en la Iglesia latina la parroquia está definida en un contorno geográfico
determinado con minuciosidad. No ignoro que existen excepciones, que ahora no
vienen al caso. Un torrente de no más de diez palmos puede suponer cambio de
parroquia y hasta de obispado. Y aquel riachuelo marcar el límite de la
responsabilidad. Lo que pase al otro lado, no es de mi incumbencia, puede creer
legitima, pero no cristianamente, un párroco. Tal vez pudiera tener sentido en otros
tiempos. La invitaci￳n del Se￱or: id por todo el mundo… no conoce fronteras
geográficas. El descubierto espacio virtual, que no deja de ser real,
tampoco.(Continuaré)