F LORECILLA
Una vez más, he tenido el privilegio de
rezar en la capilla de las apariciones de Fátima,
ante la imagen de la Virgen.
En el camino desde Lisboa hasta el
Santuario, en compañía de una personas amigas,
les fui recordando, cómo hace 25 años, y ellas
eran testigos, cuando en Buenafuente teníamos
dificultad con la creación de una comunidad de sacerdotes, al llegar a Fátima sentí muy
fuerte, dentro de mí: “No tengas miedo, yo lo haré”. Y como recuerdo de esa
experiencia, pusimos a la entrada de la casa, donde vivimos los sacerdotes, un azulejo
en memoria de aquel momento.
Hace cuatro días, en el acompañamiento a
un sacerdote, que vive momentos de dificultad, al
concelebrar con él la eucaristía, me di cuenta que
el mantel que cubría el altar tenía bordada la
imagen de la Virgen de Fátima. En la acción de
gracias, le comenté mi experiencia y le animé a
que no tuviera miedo. Le prometí recordarle en mi
próxima visita al santuario de la Virgen.
Hoy, 15 de enero, cuando daban las 12 del
mediodía, entrábamos en la explanada de la
basílica y de la capilla de las apariciones, y mi
emoción y sobresalto, al tiempo de sentir un gozo
interior muy profundo, se agolparon, cuando leí
en el gran frontal de la escalinata de la basílica y
con letras muy grandes: “NO TENGÁIS
MIEDO”, e interpreté, una vez más, la entrañable
mediación de la Virgen, que me confirmaba en la
actitud que debemos tener, quienes por gracia
sentimos el don de la fe.
Le di gracias a Nuestra Señora por su
fidelidad, e intuí que, al igual que ha sucedido en
Buenafuente, donde desde hace 25 años permanece
la comunidad de sacerdotes, también sentirá fuerza
y ayuda el sacerdote con quien compartí la
florecilla. Hay hechos que superan el ser casuales, y
se convierten en verdaderos destellos de la
Providencia.
Desde Fátima os invito a confiar siempre en el
Señor: “No tengáis miedo”. He rezado por todos
vosotros, especialmente por quienes me confiáis de
manera especial que lo haga.
¡Cómo ayuda saber que no estamos solos!