La Homilía televisada del Arzobispo de Burgos
A mi madre le gusta la Santa Misa el domingo en la tele. Este último, me
paré al ver al Arzobispo de Burgos, Monseñor García Hellín. Me llamó la
atención su Homilía por la claridad de sus palabras, cargadas de razón, sin
desperdicio y de tremenda actualidad. Se trataba de la lectura que hizo
Jesús en la sinagoga de su pueblo sobre Isaías, que aplicó Gª Hellín a
nuestra época. Le escucharon con admiración y sorprendidos, y esperaban
milagros como en Cafarnaún; pero Jesús, que había venido para todos y no
acepta exigencias de nadie sino la voluntad del Padre, les dijo que "ningún
profeta es bien mirado en su tierra (...)", que "muchos leprosos había en
Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue
curado, más que Naamán, el sirio". Entonces, "furiosos, lo empujaron fuera
del pueblo hasta un barranco con intención de despeñarle (lo cuenta, con
detalle, la Beata Catalina Enmerich en el relato de sus visones sobre la
vida pública de Jesús). Dijo, Gª Hellín, que "la reacción de los paisanos de
Jesús no ha perdido actualidad; al contrario, España y en general Europa
son la actual Nazaret: Jesús ha vivido aquí como en su propia casa durante
siglos; pero desde algunas décadas sin embargo, lo estamos empujando
fuera de los ámbitos cruciales de la sociedad: la familia, la escuela, la
cultura, las relaciones interpersonales. Y el resultado está ahí: destrucción
masiva de matrimonios por el divorcio exprés; decenas de miles de abortos
anuales; corrupción generalizada, incluso en las instancias más altas de la
sociedad y del Estado; millones de personas condenadas al paro y a la
pobreza; diferencias cada vez más acusadas entre pobres y ricos; padres y
madres que sufren el desamor de sus hijos, y un largo, largo etcétera".
Exhortó a abrir a Cristo las puertas de nuestra vida personal, familiar y
social, las puertas de "nuestros proyectos", preocupaciones y problemas, "a
acoger su apremiante insistencia a que nos queramos como hermanos y a
que nos ayudemos de verdad, especialmente en los momentos de agobio
espiritual y material". Afirmó, con rotundidad que, "sin Dios, las sociedades
y las personas no tienen futuro". Advirtió que no vayamos a ser "como los
paisanos que por habernos habituado a Cristo estamos con una actitud de
soberbia y engreídos y rechazamos a quien es y ha venido para nuestra
salvación, nuestro Guía y Señor".
Josefa Romo Garlito
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( Fecha: 3-2-2013)