Detrás de la “opinión pública”
P. Fernando Pascual
9-3-2013
Los medios de comunicación tienen un peso importante a la hora de configurar la mentalidad de
millones de personas. Con sus informaciones y con sus omisiones alimentan y promueven lo que
llamamos “opinión pública”.
Los medios tienen tanta fuerza que han recibido el nombre de “cuarto poder”, una fórmula que
algunos restringen a la prensa clásica pero que también podría valer para algunos de los fenómenos
que caracterizan el mundo de Internet.
Detrás de los medios, sobre todo detrás de las grandes agencias de noticias, existen personas
concretas, con intereses y con necesidades, algunas de las cuales están sometidas a la presión de
otros poderes, como el de grupos económicos o de autoridades políticas.
Por lo mismo, detrás de la opinión pública no sólo existen medios informativos populares (prensa,
radio, televisión, Internet, etc.), sino hombres y mujeres. Unos, honestos y amantes de la verdad.
Otros, interesados en defender sus propias ideologías personales. Otros, quizá en un número mayor
del que pudiéramos imaginar, viven sometidos a las indicaciones de sus jefes, que determinan sobre
qué temas “informar” y bajo qué punto de vista.
El mito (algunos lo creen todavía) del periodismo independiente es simplemente eso: un mito.
Porque muchos periodistas trabajan o con el material que ofrecen las grandes agencias informativas
(muchas de ellas llenas de intereses y de ideologías), o con material propio que busca sea aceptado
y publicado por el medio informativo que le ha contratado. De esta manera, esos periodistas viven
atados a las ideas de otros, pues sólo así será posible no perder el contrato que les permite recibir un
salario a fin de mes.
Si reconocemos que buena parte del periodismo mundial sobrevive sometido a poderes económicos
e ideológicos, habremos dado el primer paso para adquirir un espíritu más crítico ante tantas
“noticias” que no lo son, y ante tantas noticias reales que llegan revestidas de un fuerte lastre
ideológico y deformante.
Al mismo tiempo, empezaremos a buscar fuentes alternativas de información, como las que surgen
desde auténticos amantes de la verdad, hombres y mujeres autónomos que no dependen
económicamente de otros ni se doblegan a las ideologías de moda.
Tal vez esos “periodistas alternativos” encuentren en Internet o en algunos otros medios espacios
para divulgar noticias no manipuladas y bien sopesadas, y para transmitir reflexiones profundas y
enriquecedoras. Si los encontramos, nos beneficiaremos de su trabajo y tendremos acceso a un
mundo de informaciones válidas y bien analizadas. Esa es la meta propia de un periodismo
auténtico y libre, gracias al cual será posible avanzar hacia una “opinión pública” madura y bien
formada.