MAMI
Tu cuerpo joven se fue llenando de mi.
Tu cuerpo joven se fue coloreando de primera maternidad.
Tú y yo éramos una perfecta comunión.
En ti fui descubriendo a mi cuerpo formarse.
De ti me alimenté durante esos nueve meses.
Poco a poco fui aprendiendo a escuchar tu voz.
En oportunidades me llegaba como un lejano murmullo.
No sé si era que me hablabas en voz baja o eran tus pensamientos que me
llegaban.
En oportunidades tu voz me llegaba nítida y ello era como una caricia que
me brindabas.
Había veces que cantabas y sentía que tu canto era para mí y ello me
alegraba.
En oportunidades ponías tu mano sobre tu vientre y, entonces, yo la
pateaba para hacerte saber que estaba junto a vos.
Me gustaba escuchar tu risa como respuesta cada vez que yo pateaba tu
mano apoyada en tu vientre.
Cuando llegó el momento decidí disponerme para salir a la vida.
Todo tu cuerpo me hacía saber que el momento se acercaba.
Y un día………. todo el líquido en el que había vivido durante nueve meses
salió de ti.
Había llegado el momento.
Tú habías roto la bolsa.
Yo estaba en posición.
Era el tiempo de salir al encuentro de la vida.
Tú comenzaste a pujar.
Yo comencé a deslizarme y……….
Algo me detuvo con violencia.
El cordón que me había nutrido se apretó en mi cuello.
No podía sacarlo.
Tú pujabas con fuerza.
Yo me deslizaba en ti.
Aquel lazo se apretaba más y más en mi cuello.
Comencé a sentir que me costaba respirar.
No podía hacerte saber lo que me sucedía.
No podía detenerte.
Cada vez sentía que me costaba más y más respirar.
Tú seguías pujando para darme a la vida.
Aquel lazo en mi cuello me ahogaba más y más.
Tú continuabas haciendo fuerza.
Yo perdía más y más fuerza.
Todo era muy rápido.
Todo era muy trágico.
En un determinado momento todo se hizo silencio y oscuridad.
Cuando desperté ya no estaba junto a vos.
Estaba mirando tu llanto.
Estaba escuchando tus gritos desgarrados.
Tus labios estaban llenos de besos para mí y yo no estaba.
Tus pechos estaban colmados de tibia leche para mí y yo no habría de
tomarla.
Tus manos estaban desbordadas de caricias y ya no tenías a quien
brindárselas.
Es por eso que necesito hablarte.
Para que sepas que continuamos en comunión como cuando estaba en vos.
Espero puedas escucharme.
Mami……. estoy aquí, por entre las estrellas.
Siempre voy a estar mirándote y acompañándote.
Cuando necesites algo mira hacia arriba y yo volaré hacia vos.
Tengo mi boca llena de besos nuevos para vos.
Tengo mis manos llenas de caricias para darte.
Tengo mi sonrisa llena de risas para brindarte.
Tengo mis brazos llenos de fuerza para ayudarte.
Y hoy, cuando sientas una brisa suave junto a vos, soy yo.
Me lego hasta vos para darte un beso y……….
Siempre voy a estar en vos.
Que seas muy feliz Mami……
Padre Martín Ponce de León SDB