¿Dios es todo para tí y los tuyos?
Por Luis Javier Moxó Soto, para autorescatolicos.org
La misión de evangelizar nos la manda el mismo Jesús. Su expresión constituye
Su gran revelación, la intimidad de su Ser, el cimiento central de nuestra fe y vida
cristiana: “ Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre
del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo ” (Mt 28,19). En el nombre de Dios uno y trino.
Se evangeliza mediante Aquel que se revela y por Su Gracia se hace eficaz la misión.
El pasado domingo decía el Martirologio Romano acerca de este misterio de la
fe, la fuente de todos los demás: “ Solemnidad de la Santísima e indivisa Trinidad, en la
que confesamos y veneramos al único Dios en la Trinidad de personas, y la Trinidad de
personas en la unidad de Dios ”.
El catecismo de la Iglesia Católica nos dice que sólo Dios puede darnos a
conocer este misterio manifestándose como Padre, Hijo y Espíritu Santo: “ La
Encarnación del Hijo de Dios revela que Dios es el Padre eterno, y que el Hijo es
consubstancial al Padre, es decir, que es en él y con él el mismo y único Dios” .
San Francisco de Asís decía con frecuencia: “ ¡Mi Dios y mi Todo! ¡Dios mío y
todas mis cosas! ”. También la beata Isabel de Trinidad tiene una bella oración de
elevación a la Santísima Trinidad que puede ser muy provechosa de meditar. “¡Oh, mis
Tres, mi Todo, mi Bienaventuranza, Soledad infinita, Inmensidad donde me pierdo!, yo
me entrego a Ti como una presa. Sumergíos en mí para que yo me sumerja en Vos,
mientras espero ir a contemplar en vuestra luz el abismo de vuestras grandezas... ”.
Pero, ¿en qué medida el misterio de Dios para nosotros no es abstracto como
puede serlo, por ejemplo, un triángulo? O, dicho de otra manera, ¿dónde se funda
nuestra certeza, nuestra seguridad y la propia consistencia? ¿qué puede recordarnos la
novedad y el gusto de la vida? ¿qué nos decide y anima de nuevo a escoger el bien
como si estuviéramos empezando?
La gracia de Dios no es algo abstracto, dice Giussani, porque es “ una
comunicación histórica, es un hecho histórico que entra en nuestra vida. Si nosotros
basamos nuestra seguridad en la gracia, no podemos dejar de dar fruto, pues por su
propia naturaleza nos saca de la inercia y nos salva ”. Así, el misterio de la Trinidad es
el misterio de la seguridad, el misterio de la certeza ”.
También se celebra con este motivo la Jornada “ pro orantibus ”, a favor de los
consagrados en la vida contemplativa, en este Año de la Fe. Se trata de tomar
conciencia, valorar y agradecer esta vocación mediante la que algunos entre nosotros
dedican todo su tiempo únicamente a Dios en la soledad y el silencio, en oración
constante y en la penitencia practicada con alegría ” ( Perfectae caritatis, n. 7 ). Para
ellos Dios es todo en su vida. Nos dan testimonio de una opción exclusiva.
Difundamos la revelación de Dios uno y trino en nuestro ambiente, familia,
colegio y parroquia. Y pidamos por la vida contemplativa, centinela de la oración.