¿Queremos y cuidamos a nuestros mayores como ellos necesitan?
Por Luis Javier Moxó Soto, para autorescatolicos.org
Podemos preguntarnos si a los abuelos o bisabuelos de nuestros hijos, alumnos y catecúmenos
(si tienen la suerte de tenerlos cerca de ellos) les visitan y/o cuidan (visitamos/cuidamos) con la
frecuencia y manera que ellos necesitan. A nosotros nos llegará también, si Dios quiere, esa
etapa de la vida, la ancianidad, y nuestros hijos y alumnos se están fijando mucho, aunque no
nos demos cuenta del todo, cómo tratamos a los mayores de nuestra familia de origen. Quizá de
forma parecida si no igual será la atención que recibamos de ellos en el futuro.
Hay momentos en la vida en que pasamos de cuidar a ser cuidados. Unos se creen mayores, o
viejos, y quizá no lo son tanto. Otros lo son, de verdad, pero no lo aceptan o se rebelan ante los
efectos del tiempo que pasa inexorable. La edad nos va deteriorando sin remedio y hay que
medir y administrar las propias energías y recursos con inteligencia. También hay quien se
cuida, tiene hábitos saludables y hace deporte. No nos abandonemos para luego lamentarlo. La
responsabilidad es siempre nuestra. La vida es un don sagrado que hemos de amar y cuidar.
Son referencias para nuestros hijos, alumnos o catecúmenos de nuestra parroquia, cómo vivimos
nuestra madurez, cómo somos de responsables con nuestro trabajo y cómo disfrutamos en
nuestro ocio. Es decir, cómo aprovechamos el tiempo que Dios nos da, junto a la preparación
para nuestra jubilación y necesario descanso.
El momento en el que se ha producido el anuncio de la renuncia de Benedicto XVI, para el
próximo día 28 de febrero, ha sido en la memoria de Nuestra Señora de Lourdes, Jornada
mundial del enfermo. Es buena ocasión ahora para recordar que debemos orar y cuidar a
nuestros mayores y enfermos de nuestras familias y comunidades.
Por ello quiero despedirme esta reflexión semanal con una oración compuesta por el Papa para
los abuelos. Madre de Dios y nuestra, cuida de nuestros mayores en su retiro o jubilación
necesaria. Y también, especialmente, del Santo Padre.
Señor Jesús, tú naciste de la Virgen María, hija de San Joaquín y Santa Ana. Mira con amor a
los abuelos de todo el mundo.
¡Protégelos! Son una fuente de enriquecimiento para las familias, para la Iglesia y para toda la
sociedad. ¡Sostenlos! Que cuando envejezcan sigan siendo para sus familias pilares fuertes de
la fe evangélica, custodios de los nobles ideales, hogareños, tesoros vivos de sólidas tradiciones
religiosas.
Haz que sean maestros de sabiduría y valentía, que transmitan a generaciones futuras los frutos
de su madura experiencia humana y espiritual.
Señor Jesús, ayuda a las familias y a la sociedad a valorar la presencia y el papel de los
abuelos. Qué jamás sean ignorados o excluidos, sino que siempre encuentren respeto y amor.
Ayúdales a vivir serenamente y a sentirse acogidos durante todos los años de vida que les
concedas.
María, Madre de todos los vivientes, cuida constantemente a los abuelos, acompáñalos durante
su peregrinación terrena, y con tus oraciones obtén que todas las familias se reúnan un día en
nuestra patria celestial, donde esperas a toda la humanidad para el gran abrazo de la vida sin
fin. Amén.