Voz del Papa
La multiplicación de las empanadillas
José Martínez Colín
1) Para saber
El Papa Francisco desarrolló su homilía partiendo de la
exhortación dirigida por Jesús a los apóstoles al enviarlos a proclamar
el Reino de Dios sin que se procurasen oro ni plata. Era necesaria esa
confianza plena en el Señor.
Si cualquier labor apostólica se apoyara en cosas materiales, no
sería eficaz, pues todo fruto proviene de la gracia de Dios. La gracia es
un don y así se ha de repartir: "la predicación del evangelio nace de la
gratuidad… y aquello que me dieron de forma gratuita, tengo que
darlo de forma gratuita... San Pedro no tenía una cuenta bancaria, y
cuando tuvo que pagar impuestos, el Señor lo envió al mar para pescar
y encontrar la moneda dentro del pescado, para pagar".
El Reino de Dios, continuó, es un regalo y no hay que caer en la
tentación de buscar la fuerza en otro lugar.
2) Para pensar
Una periodista argentina llamada Evangelina Himitian, autora de
una biografía del Papa Francisco, evoca un episodio de solidaridad en
la vida del entonces Cardenal Jorge Bergoglio, con el sugerente título
“La multiplicación de las empanadillas”.
La historia ocurrió cuando Evangelina colaboraba con la oficina
de prensa de los encuentros ecuménicos que organizaba el “Padre
Bergoglio”. El encuentro se celebró en un estadio y había mucha
gente. Sólo había un lugar en el estadio para comer y sólo había
empanadas argentinas, los típicos rellenos de carne argentinos, y aún
estas eran muy escasas.
Alguien le preguntó a Bergoglio si quería ir a comer en el
elegante barrio de Puerto Madero, pero él prefirió quedarse a comer
empanadas.
Cuando los periodistas fueron a comer ya era demasiado tarde y
no quedaba casi comida. Al llegar al comedor, “Bergoglio se acercó,
nos saludó uno por uno, y nos agradeció por nuestro trabajo… Nos
sentamos en una mensa apartada y la camarera nos trajo un plato con
las últimas cinco empanadas, pero éramos ocho. Sin embargo, el
Cardenal Bergoglio lo vio desde su mesa y entendió. Se alzó y
comenzó a pedir a los demás clientes... Recuperó de las manos de los
sacerdotes y pastores las últimas empanadas, las reunió en un plato y
nos trajo las suficientes para que quedáramos satisfechos todos.
Conmovidos por su gesto tan atento, nos sentimos halagados y muy
sorprendidos. Podríamos decir que había multiplicado los alimentos. Su
pequeño milagro nos quedó esculpido en el corazón. El hombre que
hoy ocupa la sede de Pedro había visto una necesidad y la había
calmado, mientras ningún otro se había dado cuenta”.
3) Para vivir
Para vivir la gratuidad, dice el Papa, la pobreza debe acompañar
el anuncio del evangelio. Mostrar que mi riqueza es solamente el don
que he recibido, Dios. Esta pobreza nos salva de convertirnos en
organizadores, empresarios... Se deben llevar a cabo las obras de la
Iglesia con corazón de pobreza, no con corazón de inversionista. La
Iglesia no es una ONG: es otra cosa, más importante, y nace de esta
gratuidad.
El otro signo de gratuidad "es la capacidad de alabanza: cuando
un apóstol no vive esta gratuidad, pierde la capacidad de alabar al
Señor". Alabar al Señor, de hecho, "es esencialmente gratuita, es una
oración gratuita: no pedimos, solo alabamos".
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero por la UNAM y Doctor en Filosofía por la Universidad de Navarra
( articulosdog@gmail.com )