COMENZO CANTANDO
Las hojas de los árboles no están producto del invierno.
No sé donde ha pasado las horas del frío de la noche.
El cielo completamente azul presagiaba un día pleno de sol.
El calor de las primeras horas es más una ilusión que una realidad.
Pero él allí estaba.
Trepado en una rama de un árbol desnudo de hojas.
Era muy sencillo poder verle.
Tampoco hacía nada por esconderse.
Enderezó sus patitas grises, pegó sus alas marrones a su cuerpo y estiró su
cuello.
Comenzó con unos pequeños chillidos.
Necesitaba comenzar calentando sus cuerdas vocales.
Luego de muy poco tiempo comenzó su canto.
El sol comenzaba a aparecer por sobre los techos de las casas.
No cantaba producto de su estar pleno de sol.
Cantaba porque así deseaba comenzar su día.
Cantaba simplemente porque comenzó un nuevo día.
Cantaba pese a la falta de hojas del árbol.
Cantaba sabiendo que debería dar mil giros para encontrar algo de comida.
Cantaba sin importarle lo que habría de poder suceder.
Estiraba su cuello, abría su pico y las plumas de su cuello se erizaban y
agitaban.
Su garganta se hinchaba y su canto llegaba hasta cualquiera que quisiera
escucharle.
Era su regalo del comienzo del día.
Era su homenaje al hecho de estar vivo.
Las plumas marrones de su cuello dejaban ver el reverso gris de sus
plumas.
La pequeña ramita donde se había posado no se movía. Solamente las
plumas de su cuello se movían.
Pero su canto movía todo mi ser.
No podía quedar indiferente ante el hecho de escucharle.
Sé que su canto no es uno de esos cantos deslumbrantes que poseen
algunas aves.
Pero en ese momento llegaba hasta mí como el más hermoso de los cantos.
Yo también comenzaba mi día.
Día con actividades seguras.
Día con comida segura.
Día con techo seguro.
Pero……… no había comenzado con un canto.
Mi día había comenzado con el sonido estridente del despertador y un
gracias dicho entre sueños.
Mi día continuaba con la prisa por poder cumplir con el horario y estar en la
primer actividad de la jornada.
Había continuado con la mirada de los diarios de la jornada.
No había comenzado con un canto.
Quizás cantase de gratitud luego de alguna de esas instancias
reconfortantes.
Él cantaba por poder comenzar el día.
Él cantaba ante un día pleno de inseguridades.
Él cantaba ante un día carente de certezas.
Por ello su canto me resultaba tan impactante.
Más que un canto escuchaba una sencilla y casi rústica lección de vida.
Mi canto no tiene gracia cuando es el resultado posterior a………….
Su canto tiene la riqueza de estar esbozado para comenzar la jornada.
Mi canto no tiene brillo puesto puede resultar consecuencia de………
Su canto es brillante porque está precediendo las inseguridades que
vendrán.
Mi canto no posee fuerza porque está esbozado desde el hecho de haber
podido………..
Su canto tiene toda la fuerza de lo gratuito y espontáneo.
Su canto no es otra cosa que un gracias a Dios por estar vivo.
Su canto no es otra cosa que un gracias a Dios por poder vivir otra jornada.
Su canto no es otra cosa que un poner lo mejor de si para comenzar el día.
Su canto es una hermosa lección puesto que un día comenzado con un
canto es un día pleno de sol.
Padre Martín Ponce de León SDB