EL NOGAL-V-13
Padre Pedrojosé Ynaraja
Antes de iniciar mi comentario he bajado a un terreno situado a muy pocos metros
de mi casa donde hay dos o tres nogales. Son grandes y viejos, me ha costado un
poco conseguir algunas hojas, pero lo he logrado. Quería comprobar si su aroma
era como el que descubrí hace 70 años en Burgos en un terreno despoblado. Se
trataba seguramente de alguna nuez perdida que había germinado. Quedé
sorprendido entonces de su suave fragancia. Me gusta repetir la experiencia por
nostalgia, por el placer que me proporciona y ahora también porque voy a hablar
de él.
El nogal es un príncipe generoso de entre los vegetales. Nada de él resulta inútil.
Las hojas que tengo ante mí por pura añoranza, leo que tienen propiedades
medicinales. Las nueces, sus frutos, son de un sabor exquisito y su riqueza en
nutrientes y vitaminas es muy grande, de tal manera que se dice que debería
comerse una cada día, para conservar buena salud. Entra a formar parte del
Haroset, la mermelada simbólica del Seder de Pascua judío, aunque advierto que le
da un color que la afea, de aquí que, como la fórmula no es estricta, acostumbro a
prescindir de ella. De las cortezas del árbol se obtiene un colorante que hemos
usado en ebanistería desde antiguo, para embellecer maderas. La fruta verde es
componente de tradicionales licores caseros a los que otorga aroma y bello color.
La madera es extraordinaria. En tiempos antiguos cuando para muebles, imágenes
de talla, sillerías de coro, o marquetería, se requería buena madera del país, la de
nogal nunca faltaba. He trabajado planchas que podían tener cien años y otras de
árboles cortados poco tiempo antes. La he utilizado para elaborar tapas de
evangeliario o sagrarios y certifico que, además de bella en color y betas
decorativas, también es agradable al tacto y sumamente dócil a la gubia. Puede
uno trabajarla en la dirección que quiera, que nunca se le escapa la herramienta.
Un árbol tan aristocrático, solo aparece mencionado una vez en la Biblia,
precisamente en el Cantar (6,11) Veo que unas traducciones lo ponen en singular,
otras escriben el plural nogueral. Oriundo del Medio Oriente, se ha extendido
mucho. Por la cuenca mediterránea lo he visto casi siempre solitario, por
Centroeuropa formando bosques y supongo que en esta condición, además de las
nueces, al propietario le interesa la madera que, cuando procede de estos climas
más fríos, crece mucho más alto y se consiguen tablones mayores exentos de
nudos. Si a la nuez y su progenitor, he calificado de nobles, añado que la antigua
Roma las llamaba bellotas de Júpiter.
Uno de los encuentros de los enardecidos enamorados deberá ocurrir bajo un árbol
o arboleda de nogales (el singular o plural depende de las traducciones, ya lo he
advertido). Preciosa y elegante invitación. Su corteza no es tan rugosa y agresiva
como la de la encina, ni el lecho a sus pies está sucio de hojarasca punzante, como
el de las coníferas. Se está bien a su sombra.
El Cantar, todo él es erótico, pero no genital. Si sorprende su lenguaje sensorial y
sensual, nunca es obsceno. Bella lección de antropología para enamorados. El
atractivo entre los dos amantes se contempla con estética admiración espiritual y
supongo que, los que han escogido el amor matrimonial como forma de vida, lo
deben leer e imaginar con envidia. Y aprender a quererse más y a animarse con
entusiasmo a conservarse fieles.