LA GACELA-A-5
Padre Pedrojosé Ynaraja
Es el saltimbanqui del desierto, el gracioso danzarín, bello, ligero astuto y esbelto.
La simpatía que por él siento viene de lejos. Cuando fundamos el scoutismo, al final
del bachillerato, a la primera patrulla le dimos este nombre y el tótem personal que
escogí también fue gacela. Tal vez entonces solo sabía que la silueta de su
estilizada cornamenta tenía forma de lira y que era animal ágil. Nada de esto he
debido corregir posteriormente.
En la Biblia aparece 17 veces. Su nombre en hebreo es tzvi, en arameo Tabita y
en griego Dorcas. Puede alcanzar velocidades de hasta 100 km/hora. Se dice que
es el animal que duerme menos, tal vez una sola hora al día, es capaz de pasar
toda su vida sin beber agua, obteniendo liquido de las plantas que come… La
preocupación que tantas y tantos sienten por su cuerpo no la tendrían si
aprendieran de la gacela. Ni se abstiene de nada concreto, ni acude a gimnasios;
simplemente es un animal austero y vivaracho. Cualidades estas que tantos
desconocen y que se pueden adquirir si uno se lo propone. He visto perros y gatos
gordos, agresivos o estúpidos, gacela ninguna. Si se decía que los enemigos del
alma son mundo, demonio y carne, yo le añadiría el aburguesamiento, que se
infiltra por todo y del que nadie desconfía. Pandemia espiritual de nuestro mundo.
La gacela no viste de marca, ni pide apetitosos guisos. El icono abisinio de las
bodas de Salomón y la reina de Saba que poseo, está pintado sobre una piel de
este animal. Me domino, y no comento más.
En el Cantar es mencionado 7 veces. En unas se refiere al amado al que por su talla
y su correr se asemeja a la gacela. En otros es testigo de la unión amorosa,
acompañante y espectador al que se invoca para que nadie aleje y altere la paz y
felicidad del reposo y del abrazo.
Dos veces (4,5 y 7,4) repite exactamente, fijándose en la belleza de la amada: tus
dos pechos cual crías mellizas de gacela, que pacen entre lirios. Ni he tocado los
senos femeninos, ni el cuerpo de ninguna gacela, evidentemente. Tampoco creo
que a la sensación táctil es a lo que se refiera. Creo más bien que se trata de
belleza plástica, de formas equilibrados y bien moldeados, en el maravilloso
conjunto del cuerpo femenino. Gacelas he contemplado en el desierto, en régimen
de semi libertad, supongo que serían jóvenes que entre curiosas, algo temerosas y
coquetas, se dejaban ver. Sin duda, situaciones semejantes a las goza cualquier
chiquilla de 13 años, dotada de torso encantador. Que hable el Cantar de esta
manera no es obsceno. Vuelvo a repetir que el poema revelado es elogio del ser
humano en su maravillosa sorprendente y equilibrada corporeidad. Lo que no soy,
ni quiero ser, es un voyeur. Ahora bien, me pregunto sin morbo: ¿tal pecho es el
que desea la mujer de hoy?. Tengo en la mente las intrigas sobre implantes de
silicona que, quieras o no, todos oímos hablar. Por Internet me he fijado
detenidamente y con detalle en la Venus de Milo, el nacimiento de Venus de
Botticelli y múltiples esculturas de Clará. Son obras que he visto al natural. Las
geniales creaciones plásticas coincidían con la descripción del Cantar. Su
representación imaginada, corresponde a belleza que no pasa de moda y siempre
es positiva hermosura. He recordado que ciertos artistas, tal vez por intereses
crematísticos, pretenden hacer del feísmo un arte y, consecuentemente, pintan
otros pechos, aquellas formas que satisfacen al vulgo, ávido de obscenidad. Allá
ellos, yo me quedo con las ingenuas y preciosas Evas de los capiteles románicos,
semejantes también a las sublimes descripciones de la amada.
(el artista al que me refiero implícitamente es Picasso. Mis noticias sobre sus
pinturas las tuve directamente de un amigo suyo, un periodista ilustre que me
confió que me observaba, apreciaba y admiraba. ¡anda ya! Que piropo me doy a mi
mismo)