VISITANDO A JESÚS
Por: Claudio de Castro
Esa mañana desperté rezando: “Señor, hazme un instrumento de tu paz…”
A veces la vida nos sumerge en situaciones inesperadas, que no deseamos, pero
que debemos afrontar. Y no sabemos cómo.
Seguí orando: “Señor… Hazme un instrumento de tu paz…” y me marché al trabajo.
Allí me llené de inquietudes y me hice muchas preguntas… Me llené de muchos
“¿por qué?”.
Un amigo me pregunto: “¿Qué te ocurre?”
“Tengo muchas preguntas”, le respondí. “Y voy a ver al que tiene las respuestas”.
Salí unos minutos para ir a una capilla cercana, donde estaba el Santísimo.
Entré saludando: “Hola Jesús”. Y me quedé un rato con Él, preguntándole…. Y por
respuesta: un silencio abrumador.
Recordé las palabras que un amigo sacerdote me dijo: “Desde el Sagrario, Él te
ve y Él te oye”.
Y yo pensé que no me veía y no me escuchaba.
Cuando me monté en el auto para volver a mi trabajo inicié este diálogo conmigo
mismo, como si otra persona a mi lado me preguntara:
“¿Encontraste tus respuestas Claudio?”
“No… Jesús no respondió mis preguntas".
Me quedé un rato en silencio y continué: "Curiosamente, llevo una gran Paz
conmigo, una paz interior que no esperaba y que sobrepasa lo que soy capaz de
contener”.
“¿Acaso olvidaste estas palabras de Jesús?: Mi paz os dejo, mi paz os doy … Él te da
lo que necesitas, no siempre lo que pides”.”
En ese instante comprendí. Quedé tan impresionado que saqué mi vieja libreta del
bolsillo de mi camisa y escribí esta vivencia.
Me pasé la mañana pidiéndole: “Hazme un instrumento de tu Paz”.
¡Jesús sí respondió! Y de la manera más impactante que puedas pensar.
Sabes, no podemos dar lo que no tenemos. No puedo ser instrumento de algo que
no tengo. Y aquella dulce mañana, Él me dio su Paz.