PAPA FRANCISCO, ¿TESTIMONIO MOLESTO O “HISTORIETAS
EJEMPLARES”?
Padre Pedrojosé Ynaraja
Cuando yo iba a primaria, nuestros libros de lectura añadían relatos ejemplares.
Algo semejante encontré en bachillerato. Los capítulos dedicados a lingüística, se
complementaban con textos selectos y, generalmente, entretenidos. Que el género
periodístico en soporte papel está en crisis, nadie lo duda. Los otros hacen sus
pinitos, con mejor o peor fortuna. La TV parece que se ha erigido en la reina del
inmenso tablero de ajedrez del mundo, donde juegan los que buscan
entretenimiento o información. Si se decía que el primer informe apresurado
aparecía en la prensa, la noticia un poco más fiable en las revistas y, finalmente, la
verdad maciza, la belleza selecta, la demostración de calibre, en el libro, hoy en
día, se ha introducido, más o menos subrepticiamente, Internet. La red de la que
no podemos prescindir.
Si los medios surgieron para informar, hoy son factores de influencia. Capaces de
destruir la fama de una persona, potenciar las ventas de un producto, sublevar a
las masas, o crear ídolos de algo o alguien, de valor ínfimo.
En todo este berenjenal ha entrado el Papa Francisco. Confieso sinceramente que
su rostro, los dos o tres primeros segundos de verlo en la pantalla, no me resultó
simpático. Era inexpresivo, tirando a serio. Cambió al cabo de unos instantes y
resultó atractivo. Añádase que era latinoamericano, para completar mi gozo. Su
gesto de solicitar nuestra oración e inclinarse reverente, además de imprevisible,
me asombró y, lo digo sin avergonzarme, lloré emocionado.
Han ido llegando, y continúan, noticias anecdóticas, ejemplares todas. Si se queda
uno en esto, interesarán tanto como los virtuosos escritos de los libros de lectura.
Uno los recuerda, sin que sean rejón que incentive y exija. Yo, además de continuar
rezando por él, en la liturgia como el que preside la Iglesia, en mi oración privada,
lo hago por el Jorge Mario Bergoglio, el hombre honesto y buen cristiano, que está
dentro y al que le toca ser fiel a la elección que ha recibido.
A la inmensa mayoría de fieles, sus decisiones sobre nombramientos, cambios de
estructuras financieras o económicas, etc, no implican exigencias de cambio de
conducta. No estamos implicados en situaciones semejantes. Ahora bien, su
comportamiento con personas concretas, sin cargos ni relevancia, de eso si que
debemos aprender. Y hasta de otros detalles que me atreveré a señalar, sin ser
exhaustivo. Cuando fui al mecánico, lo primero que le pregunté, fue las
características del vehículo que habíamos visto utilizó por Rio de Janeiro. Aunque
hubiera sido nuevo el mío, su precio era inferior al Fiat-Idea que utilizó el Papa, me
contestaron. Riéndose me dijeron que lo conservara sin remordimientos de
conciencia. Concretaron más: cuesta sólo un poco más que el tan abundante, entre
nosotros, modelo Fiesta. Pienso yo ahora ¿se atreverá a trasladarse y exhibirse la
clerecía en vehículos de gama alta, como hasta ahora muchos lo han hecho?. Veo
en esta simple elección un signo profético. Se me acabó el espacio asignado.