PAPA FRANCISCO, ¿DE CAPA CAIDA?
Padre Pedrojosé Ynaraja
En el primer artículo que dediqué al Obispo de Roma, dije respecto a las grandes
exaltaciones que se le dirigían: ¡alerta! Que cuanto más suba, peor será la caída, si
los medios traicionan, relacionándolo con un chiste que se contaba hace décadas.
Los medios lo han encumbrado y ahora empiezan a sonar rumores que apuntan a
que caiga y, vuelvo a recordar, a un decepcionado le es muy difícil la Esperanza.
Que pretendan desacreditarlo los seguidores de Lefebvre, no es extraño. Que lo
hagan abiertamente, tampoco. En las antiguas guerras, la artillería disparaba
cuando sabía que cubría a eficiente infantería. Ellos, los lefebvrianos, lo saben.
Otros, silenciosa, oculta y arteramente, les apoyan. Me voy a referir una diminuta
señal, surgida de otro origen. Tan minúscula que puede parecer inocente. Algún
medio dijo que el Papa fue a Brasil en vuelo privado. La inclusión de este calificativo
ya ha suscitado quejas. He leído que quieren desacreditarlo porque así lo hiciera.
Decir vuelo privado, supone asemejarlo a potentados empresarios, artistas del
espectáculo y de fama o políticos que con ello quieren demostrar dominio.
Si la semana pasada me refería al utilitario Fiat-Idea que utilizo en Rio de Janeiro y
daba detalles de su precio, potencia y prestaciones, recuerdo hoy algunas de las
características del reactor en el que voló. Fue un Airbus A330, de Alitalia. Un avión
de algo más de 300 plazas, ocupado por personas que son imprescindibles
colaboradores personales suyos y por periodistas que pagaban el billete, enviados
por sus editoriales a cumplir funciones de columnistas redactores. Sabido esto, un
tal viaje recibe un calificativo modesto, vulgarmente, se le llama chárter, algo
semejante a un vuelo de low cost. Cambiar charter por privado, puede ser un inicio
de disparos. Analícese el cambio desde nociones estructuralistas.
Que el Papa Francisco, desde pocos segundos después de asomarse a la logia y
reconocer su elección y, no olvidemos, aunque no venga al caso, escuchar
asombrados que nos pedía que orásemos por él, demostró ser un hombre
simpático, es indudable. Pero reconozcamos que la simpatía es una simple cualidad
humana, no una virtud. Que abundan los que van por el mundo repartiendo
simpatías y se contentan con esta vanagloriosa ocupación. Luego resulta que
carecen de generosidad y laboriosidad, que esto sí que son virtudes humanas y
cristianas. Quien conoció a los tales y quedó entusiasmado, cuando descubre que
eso de trabajar duro nada de nada. Idem de lienzo respecto a su altruismo ya que
tienen miles de motivos para obrar con oculto egoísmo y holgazanería, con razones
muy bien razonadas. Cuando se descubre la falsedad, frecuentemente han ido
derribando a humildes y constantes trabajadores del Reino.
Doy muchas gracias a Dios porque quien preside nuestra Iglesia y está dotado de
simpatía, sea un cristiano bondadoso, responsable y tenaz trabajador. Rezó al
Señor para que le estimule y ayude a conservar estas virtudes. Confío que un día
me encuentre a su lado en el Eterno y nos unamos en celestial abrazo.