HACERSE COMO NIÑOS
Muchas veces he debido compartir ese pasaje de los relatos evangélicos
donde Jesús tomando un niño les dice a sus seguidores de la necesidad de
hacerse como un niño para entrar en el Reino de los cielos.
Siempre he tratado de detenerme en las características de un niño para
poder describir lo que Él espera de sus seguidores.
Ingenuidad, inocencia, autenticidad, alegría, etc.
Siempre quedaba con la sensación de estar agregando realidades a una
propuesta que es muy sencilla.
Por otra parte me quedaba la sensación de que Jesús hablaba para la gente
de su tiempo y ellos no poseían una lectura tan completa de las
características de un niño como para llegar a la propuesta que uno
interpretaba.
Lo de Jesús es muy directo y lo que interpretaba me resultaba complejo.
Siempre quedaba con la sensación de estar apartándome de la verdad de la
propuesta evangélica.
No hace mucho, luego de haber leído dicho texto, pensaba lo que la Palabra
me estaba diciendo y sentía el deseo de no caer en lo de siempre ya que
ello me dejaba insatisfecho.
Casi como una ayuda comenz a resonar en mi una frase evangélica: “Sin
contar mujeres y nios”
Fue, desde allí, que comencé a ver.
Los niños no contaban.
Para el pueblo, los niños, no eran tenidos en cuenta.
Eran una bendición de Dios para una pareja pero para el pueblo no
contaban.
No contaban como los excluidos, como los marginados, etc.
Los niños eran los necesitados por excelencia.
Necesitados de una ayuda.
Necesitados de una protección.
Necesitados de cuidados.
Los niños eran la manifestación más plena de la necesidad puesto que
vivían en dependencia.
Los niños estaban fuera del sistema.
Vistos así eran una perfecta personificación de la propuesta de Jesucristo.
Él había venido, de manera preferente, para los excluidos y los
necesitados.
Poner a un niño como modelo de lo necesario para ingresar al Reino de los
cielos era como estar diciéndoles: “Si no se hacen necesitados no entrarán
al Reino de los cielos”
El Reino de los cielos no es para los autosuficientes.
El Reino de los cielos no es para los que tienen todo claro y sabido.
El Reino de los cielos no es para los que buscan poder, fama o
reconocimiento.
El Reino de los cielos no es para los que no necesitan de Dios.
El Reino de los cielos es para los que se saben tan carenciados que
necesitados.
Pro, también, es para aquellos que viven su necesidad como una forma de
ser y no como una razón de quejas y protestas.
A medida iba compartiendo con los presentes algo parecido a lo anterior iba
sintiendo que me agradaba el planteo.
Iba sintiendo que tal mirada encajaba más con la mirada preferente de
Jesucristo.
Ese Jesús que buscaba, con su actuar, integrar y no excluir.
Los niños necesitaban ser tenidos en cuenta, ser incluidos.
Los seguidores de Jesucristo necesitan sentirse integrados y, para ello,
convertidos.
“Hay más alegría en el Cielo por un pecador que se convierte que por
noventa y nueve que no necesitan convertirse”
Los seguidores de Jesucristo necesitan saberse necesitados de la acción de
Dios.
Es experimentar que sin Dios junto a nosotros somos indefensos y
vulnerables.
Al niño solemos unirlo a una imagen de ternura, fragilidad e inocencia.
Unir al niño con la realidad del necesitado me resultaba más coherente con
la preferencia de Jesucristo y muy exigente para nuestra vida.
Pero, como me satisfizo el enfoque, lo comparto desde este artículo para
que usted lo piense.
Padre Martín Ponce de León SDB