PALABRA PARA HOY
Los jóvenes, con su lenguaje, constantemente nos están haciendo saber
que nos vamos quedando viejos.
Casi permanentemente están incorporando expresiones, en su lenguaje,
que nos cuestan asimilar.
No siempre resulta fácil seguir el ritmo de los jóvenes y casi imposible en
cuanto a cuestiones de lenguaje.
Cuando incorporamos alguna de esas expresiones, por lo general, la misma
“ya fue”.
Como que siempre estamos “pintados”.
Yo sé que ellos no esperan que nosotros, los mayores, hablemos su
lenguaje pero sí que los comprendamos.
Lo mismo nos pasa cuando hacemos referencia a la Palabra de Dios.
Siempre está actualizada para que la comprendamos.
Constantemente nos está haciendo referencia a la realidad en la que
estamos inmersos.
La Palabra de Dios posee, constantemente, una doble dimensión.
Posee una dimensión comunitaria puesto que siempre posee algo para
decirnos en cuanto ayudas para crecer como comunidad.
Si vivir en cristiano individualmente es difícil mucho más a nivel
comunitario.
Una realidad donde se debe conjugar lo comunitario como unidad y lo
individual como originalidad personal.
La Palabra de Dios siempre le habla a la comunidad pero, también, siempre
habla a cada individuo en particular.
Creo que solamente Dios es capaz de lograr tal cosa.
Estábamos, en una eucaristía, hablando de este tema cuando una persona
comentó lo difícil que le resultaba aplicar al hoy la Palabra de Dios.
Puso el ejemplo de un texto evangélico por demás conocido y que omito
citarlo.
El texto era el de la visita de María a su prima Isabel.
Otra persona no lo dudó.
Salió a dar su versión.
“Eso quiere decir que la ciencia iba a llegar a descubrir que el feto siente,
escucha y reconoce voces”.
No sé si ese texto quiere hacer referencia a esa constatación que la ciencia
constató.
Quizás no fue muy convincente su aplicación pero………
Si para ella tal cosa quería significar ello, era muy válida su aplicación.
Quizás a mi no me dijese tal cosa pero si a ella le decía eso ello era muy
válido.
Tal vez a muchos de los presentes les decía otra cosa y…………..
Ello es lo rico de la Palabra de Dios.
A cada uno de nosotros nos puede hacer resonar ecos muy diversos.
Podemos leerla muchísimas veces y siempre nos hará poner el acento en
realidades diversas.
Un día, en el texto que hemos aludido, nos podrá llamar la atención la
actitud de María.
En otra oportunidad nos llamará la atención la postura de su prima.
Podrán ser las palabras de María, podrá ser el saludo de Isabel.
Siempre posee una novedad.
Siempre podemos descubrir unas resonancias que nunca habíamos
experimentado.
Creo que ello es lo primero que debe llamar nuestra atención.
¿Para qué Dios quiere hablarme llamándome la atención desde esto?
Lo que recibimos no es un texto rígido ni únicamente un texto con un
contenido literario.
Es Dios que nos habla.
A cada uno de nosotros nos está diciendo algo muy particular.
Es importante no detenernos a pensar si esa interpretación que hacemos es
“un bolazo” o está conforme a la más rica interpretación de la tradición.
Cuando Dios nos habla necesario se nos hace el poder estar atentos a esos
ecos que se despiertan en nosotros.
Es lo que hace fecunda la Palabra de Dios.
Una Palabra constantemente actualizada y, por ello, para nuestro hoy.
Quizás escuchar a Dios no resulte tan difícil como intentar aprender el
lenguaje de los jóvenes de hoy.
Padre Martín Ponce de León SDB