¿Partidos políticos o representantes del pueblo?
P. Fernando Pascual
23-11-2013
El sistema democrático aspira a conseguir que el pueblo hable a través de representantes
elegidos de forma libre y directa. Esa es la aspiración. ¿Coincide con la realidad?
Cuando uno observa cómo algunos partidos políticos monopolizan el acceso al poder a través de
leyes electorales más o menos complejas y llenas de trabas hacia posibles alternativas que
puedan cambiar la situación vigente.
Cuando uno ve en las listas de candidatos los nombres de hombres y mujeres sobre los que poco
o nada se sabe, o sobre los que se conocen frases confusas y mensajes publicitarios, sin claridad
de programas.
Cuando el partido político que aspira a representar al pueblo adapta sus propuestas según el
soplo del viento, según los sondeos, según la aspiración de lograr diputados y más diputados,
según corrientes internas o ambiciosos que presionan para aparecer en los mejores lugares de las
listas electorales...
En definitiva, cuando se establece una separación radical entre lo que la gente piensa, necesita,
sufre y desea, y los dirigentes elegidos como candidatos por los partidos, es que entonces un
pueblo es gobernado por una casta de políticos fosilizados en el poder y no por auténticos
representantes del pueblo.
Una democracia está enferma cuando funciona desde la partidocracia, desde los intereses de
quienes desean puestos de poder y escaños seguros y bien pagados. Cuando eso ocurre, hace
falta una terapia decidida.
Para muchos parece muy difícil cambiar las cosas. Pero hay posibilidades de renovación si se
ponen en marcha mecanismos pacíficos y justos con los que los ciudadanos de a pie, los
hombres y mujeres que construyen realmente la sociedad, consigan hacerse oír y logran elegir a
representantes capaces de defender aquellos intereses sanos que ayudan a avanzar hacia la
justicia que todos necesitamos.