¡Cuidado con la soledad!
El Mensaje al pueblo de Dios de la XIII Asamblea general ordinaria del
Sínodo de los Obispos, celebrada recientemente en Roma, nos exhorta: “En
la parroquia continúa siendo decisivo el ministerio del sacerdote, padre y
pastor de su pueblo. A todos los presbíteros, los obispos de esta Asamblea
sinodal expresan gratitud y cercanía fraterna por su no fácil tarea y les
invitamos a unirse cada vez más al presbiterio diocesano, a una vida
espiritual cada vez más intensa y a una formación permanente que los haga
capaces de afrontar los cambios sociales”.
Y para ello, el papel de los laicos es fundamental. No solo porque “son
signos del Evangelio en medio del mundo”, sino porque tienen el deber y la
responsabilidad de acompañar a los sacerdotes en su tarea pastoral.
“El texto de la Primera carta de San Juan nos recuerda: “si no amas
al pr￳jimo y dices que amas a Dios eres un mentiroso”, pero es
verdad que para amar al prójimo tienes que amar a Dios. Y desde
esa fuente de vista espiritual tienes que vivir y comprender el
sacerdocio. En el fondo el sacerdote es el fiel en la Iglesia que está
al servicio de la fe de todos y de la vida espiritual de todos, o de la
vida vivida espiritualmente de todos. Y ello de forma teológicamente
plena, desde el Don del Espíritu Santo y de la Vida del Espíritu
Santo”. 1
Nadie duda que la vocación de los sacerdotes es una de las más difíciles de
vivir. Muchos de ellos están solos. Y esta soledad, que les puede llevar a la
rutina, a la frialdad, al desanimo ante la falta de respuesta de su pastoral, o
al abandono de sus sagrados deberes sacerdotales, puede ser la Cruz más
difícil de llevar a lo largo de su ministerio.
“Vivir en medio del mundo sin ambicionar sus placeres. Ser miembro de
cada familia sin pertenecer a ninguna; Compartir todos los secretos;
perdonar todas las ofensas; ir del hombre a Dios y ofrecer a Él sus
oraciones. Regresar de Dios al hombre para traer perdón y esperanza.
Tener un corazón de fuego para la caridad y un corazón de bronce, para la
castidad; enseñar y perdonar, consolar y bendecir siempre, ¡Dios mío, que
vida! Y esa es la tuya, ¡Oh sacerdote de Jesucristo!” 2
Por ello, nosotros, su pueblo, no debemos dejarles solos. No debemos dejar
que se sientan incomprendidos, marginados o abandonados espiritualmente
por sus propios fieles. “Porque la soledad es mala consejera y cuando todos
nos retiramos ellos necesitan alguien en quien poder apoyarse… Sin lugar a
1 Cardenal Arzobispo de Madrid Antonio María Rouco Varela , Acompañamiento y dirección espiritual.
De la crisis a la recuperació. Diálogos de Teología 2011, organizadas por la Biblioteca sacerdotal
Almudí y la Facultad de Teología de Valencia, 14 de octubre 2011
2 Fr. Enrique Lacordaire, O.P. Sacerdote de Jesucristo, poema.
dudas Dios les da fortaleza, pero el demonio es donde mas trabaja,
también. No los dejen solos y si no los pueden acompañar hagan siempre
oraciones por ellos, aun la más pequeña en cualquier momento del día,
todos los días. Ellos deben guiar más almas a la Casa del Padre. Deben ser
firmes en su elección”. 3
¡Hay que “cuidar su alma”!
De hecho, tenemos el deber de ayudarles no solo en las necesidades
materiales sino también en las espirituales y pastorales. En la amistad
fraterna, en la oración , y por supuesto, en la colaboración de las
actividades pastorales.
"Para avanzar en la vida espiritual necesitas a alguien que te ayude,
que te ilumine a la hora de discernir las situaciones, que te ayude
también a resolver tus propias contradicciones, tus ocultaciones
implícitas y subconscientes, y quizá no demasiado culpables, y que
te ayude también en los momentos de desánimo y de desilusión, por
disgustos que a veces nos vienen pues porque, en fin, nadie es
perfecto en la Iglesia, ni siquiera los obispos, ni los cardenales ni
los vicarios ni nadie, y a veces, en el ejercicio de la obediencia se
sufre". 4
Este año se celebra el 50 aniversario de la apertura del Concilio
Vaticano II , y siguiendo sus orientaciones en el decreto Presbyterorum
Ordinis “para que el ministerio de los presbíteros se mantenga con más
eficacia en las circunstancias pastorales y humanas, cambiadas
radicalmente, y se atienda mejor a su vida, este Sagrado Concilio declara:
Recuerden los presbíteros que nunca están solos en su trabajo, sino
sostenidos por la virtud todopoderosa de Dios: y creyendo en Cristo,
que los llamó a participar de su sacerdocio, entréguense con toda
confianza a su ministerio, sabedores de que Dios es poderoso para
aumentar en ellos la caridad. Recuerden también que tienen como
cooperadores a sus hermanos en el sacerdocio, más aún, a todos los
fieles del mundo (…) Guiados por el espíritu fraterno, los
presbíteros no olviden la hospitalidad, practiquen la beneficencia y
la asistencia mutua, preocupándose sobre todo de los que están
enfermos, afligidos, demasiado recargados de trabajos, aislados,
desterrados de la patria, y de los que se ven perseguidos. Reúnanse
también gustosos y alegres para descansar, pensando en aquellas
3 Margarita Ramirez Cruz (Madre espiritual del Excmo Sr Don Victorino Alvarez Tena, 1er Obisapo de
Celaya, Gto
4 Cardenal Arzobispo de Madrid Antonio María Rouco Varela, Acompañamiento y dirección espiritual.
De la crisis a la recuperació. Diálogos de Teología 2011, organizadas por la Biblioteca sacerdotal Almudí
y la Facultad de Teología de Valencia, 14 de octubre 2011.
palabras con que el Señor invitaba, lleno de misericordia, a los
apóstoles cansados: "Venid a un lugar desierto, y descansad un
poco" (Mc., 6, 31). Además, a fin de que los presbíteros encuentren
mutua ayuda en el cultivo de la vida espiritual e intelectual, puedan
cooperar mejor en el ministerio y se libren de los peligros que
pueden sobrevenir por la soledad, foméntese alguna especie de vida
común o alguna conexión de vida entre ellos, que puede tomar
formas variadas, según las diversas necesidades personales o
pastorales; por ejemplo, vida en común, donde sea posible; de mesa
común, o a lo menos de frecuentes y peri￳dicas reuniones”. 5
De ahí que no nos extrañe que en las Preces por los Sacerdotes le
encomendemos a nuestro Señor, no solo por un corazón de Buen Pastor
para el Santo Padre, y por la solicitud paternal y el compromiso de los
obispos para con sus sacerdotes, sino que clamamos al Señor por la
fidelidad, la obediencia, la alegría, y la unidad de todos los sacerdotes para
que “ transformándolos en Ti, Señor, el Espíritu Santo los posea, y
que por ellos renueve la faz de la tierra”.
Entre ellas hay algunas muy entrañables que rezan así:
“A los sacerdotes pobres, soc￳rrelos, Se￱or.
A los sacerdotes enfermos, sánalos, Señor.
A los sacerdotes ancianos, dales alegre esperanza, Señor.
A los tristes y afligidos, consuélalos, Señor.
A los sacerdotes turbados, dales tu paz, Señor.
A los que están en crisis, muéstrales tu camino, Señor.
A los calumniados y perseguidos, defiende su causa, Señor.
A los sacerdotes tibios, inflámalos, Señor.
A los desalentados, reanímalos, Señor.
A los que aspiran al sacerdocio, dales la perseverancia, Se￱or”. 6
Remedios Falaguera
5 Presbyterorum Ordinis , p. 8,p.10
6 Preces por los Sacerdotes