Habriaqueísmo
P. Adolfo Güémez, L.C.
"Habriaqueísmo" es un neologismo inventado por el Papa para diagnosticar uno de los
males que más afecta al corazón humano. Consiste en opinar acerca de lo que habría que
hacer, pero omitiendo trabajar hombro con hombro para convertirlo en realidad. El enfermo
de habriaqueísmo señala todo desde fuera, sin mancharse las manos ni salpicarse con el
lodo del camino.
Una de las consecuencias más nefastas de esta enfermedad es que provoca que la
imaginación vuele, perdiendo contacto con la realidad. Sobre todo con la realidad sufrida
de la gente necesitada.
Francisco me ha hecho pensar… Con tantos propósitos incumplidos, tantas reuniones sin
resoluciones concretas, tantos planes abandonados, ¿no estaré yo contaminado de pies a
cabeza de habriaqueísmo ?
Creo que, en algún momento, todos sufrimos en mayor o menor medida de esta vieja
enfermedad. Pero ya es hora de que hagamos algo para superarla. El problema es que nadie
ha inventado las pastillas para curarse sin esfuerzo.
Planeamos, proyectamos, ideamos. Pero al momento de la lucha, nos refugiamos
tranquilamente en una rica y cómoda casa, detrás de una computadora, un teléfono o
simplemente nos inyectamos con el sedante de varias horas de reuniones banales. Y así se
nos van días, semanas, meses y hasta años.
Este 2014 no puede ser igual. Mi corazón ya está cansado de hermosos propósitos y lindos
planes que se renuevan cada año, sólo para volverlos a colocar en el mismo rincón de mi
alma, amontonados en el polvo del olvido.
Hoy quisiera iniciar el tratamiento contra este pesado malestar. Tengo que actuar.
Transformar mi actitud vital. Confrontarme conmigo mismo y comenzar a cambiar
activamente.
He de sacudir mi corazón para no seguir perdiendo la sensibilidad cada vez que paso frente
a un pobre y lo contemplo como si fuera un espectáculo inevitable. Necesito sentir en mi
corazón la punzada de dolor que llevó al mismo Cristo a entregarse por ellos.
No quiero seguir cerrando los ojos, pactando con un sistema, simplemente porque "Aquí así
funciona", o porque "Todos lo hacen". He de recordarme cada día que siempre hay una
alternativa para hacer las cosas por el buen camino.
No deseo permanecer sordo al sufrimiento de una familia, por la pérdida de un hijo a
consecuencia de la violencia, por falta de trabajo, por la separación de los esposos o
cualquier otro motivo. Hoy debo exigirme que mis palabras y actos se conviertan en un
consuelo efectivo y en una puerta de esperanza.
Ya estoy harto de cruzarme de brazos ante mi propia iniquidad -que es la única que de
verdad puede dañarme-, madre de tantas necesidades materiales y espirituales que yo
mismo puedo ayudar a superar.
La manera de lograrlo es acompañando a la gente, sufriendo sus dolores, gozando sus
alegrías, caminando en sus zapatos. ¿Qué otra cosa hizo Cristo sino esto mismo?
Precisamente por esta razón el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros ( Jn 1, 14).
El nuevo año es la oportunidad para dejar de replegar mi corazón, para hacer que las
personas se conviertan en mis hermanos de verdad, no sólo de nombre. Desistir de fijarme
en sus errores, y esforzarme por cambiar los míos.
Sí, ya sé que la verdad de esta vida es que siempre estará llena de sacrificios, caídas y
esfuerzos deshilachados por el egoísmo. Pero de mí depende el que más bien sobreabunde
de alegría, fe, esperanza y amor.
Todo trabajo se logra con el sudor de nuestra frente . Solo cuando se tiene un motivo que
vale la pena, se convierte en un sudor fecundo, capaz de llenar este mundo con los frutos,
que hoy, mi corazón quiere convertir en realidad. ¿Me ayudas?
aguemez@legionaries.org