La familia que Dios quiere.
Ángel Gutiérrez Sanz
Si por algo se pudiera definir los tiempos de la posmodernidad que nos está tocando vivir es por
su movilidad y la celeridad de vértigo con que se producen los cambios en todos los órdenes .
Lo de ayer ya no sirve para hoy y lo de hoy previsiblemente ya no servirá para mañana .
Estamos instalándonos en la cultura provisionalidad y del sálvese el que pueda por eso, hacer
conjeturas resulta un tanto arriesgado toda vez que nada se rige hoy por leyes fijas y necesario;
pero aún así no podemos evitar que nuestras miradas se proyecten sobre el futuro para
preguntarnos ¿ Cómo va ser esa sociedad que vamos a dejar a nuestros hijos y nietos? Nadie
tiene una respuesta clara , mucho menos después de la crisis político- económica que estamos
padeciendo, a resultas, sin duda, de otras crisis que la precedieron. En realidad nuestra sociedad
pluralista está abierta a todo. Presentimos que ha acabado un ciclo de la historia; pero no
sabemos bien a donde nos dirigimos ni lo que nos espera . Sabemos eso sí que en nuestras manos
va a estar el poder tomar decisiones, en orden a configurar la sociedad del futuro y que al final
lo que haya o deje de ser nuestro mundo será responsabilidad de los hombres mujeres que lo
habitan.
Bien mirado no debiéramos preocuparnos tanto por la sociedad que vamos a legar a nuestros
hijos, cuanto por los hijos que vamos a dejar a la sociedad del futuro. preocupados debiéramos
estar por saber, si van a ser capaces de gestionar bien la herencia que les dejamos. ¿Cómo
debieran ser los hijos que dejemos a nuestra sociedad? Evidentemente los gestores de la
sociedad del futura habrán de ser profesionales competentes y preparados, conocedores de las
necesidades y exigencias de los tiempos modernos; pero sobre todo habrán de ser personas
honestas que estén dispuestas a dar el justo valor a las cosas , que sepan distinguir la virtud del
vicio, lo esencial de lo accidental , lo temporal de lo intemporal y en esto mucho va a tener que
ver la familia, entendida como una institución natural , anterior al estado, fundamento de la
sociedad y constitutivo esencial de su entramado, como lo es la célula del organismo vivo. La
familia como diría Mauriac “es un rayo de amor eterno expandido a través de la raza” por ello la
familia tradicional nunca desaparecerá . El argumento histórico al respecto es contundente: todos
los movimientos antifamiliaristas habidos a través de la historia han acabado en un estrepitoso
fracaso ¿ Por qué no han de seguir la misma suerte los movimientos antifamiliaristas actuales?.
Los vínculos de la familia tradicional propuestos como referencia sociológica tienen unas raíces
más arraigadas y profunda que las de la cultura pseudoprogresista del laicista actual
No estoy diciendo con esto que la familia tradiciconal no deba evolucionar y ajustarse a las
necesidades y exigencias modernas. Por supuesto que tendrá que hacerlo. El autoritarismo
patriarcal del “ordeno y mando” habrá de dar paso al entendimiento y cooperación mutuas. La
obediencia de los hijos habrá de conseguirse no por imposición , sino por convencimiento, las
faenas del hogar y el cuidado de los niños habrá de repartirse entre los esposos; éstas y muchas
cosas más tendrán que ir cambiando… ; pero sin olvidarnos nunca de las exigencias intrínsecas
que se le suponen a una institución natural básica, como es la familia consolidada y curtida a
través de muchos siglos, para que así pueda seguir siendo esa comunidad de amor, cálida y
entrañable querida por Dios. ¿ Que hijos vamos a dejar a la sociedad? Es la pregunta inquietante
del momento presente que nos remite a las finalidades esenciales de la familia que no acaban
con traer hijos al mundo , sino que tiene que preocuparse de ellos, cuidarlos y educarlos. La
familia ha sido y habrá de seguir siendo el taller donde se va moldeando el futuro ciudadano ,
configurando al sujeto responsable , adiestrando al hombre libre, la familia no debe dejar de ser
la academia donde se aprenda a practicar las virtudes humanas y para los cristianos además, ha
de ser el templo donde se aprenda a hablar con Dios y a vislumbrar horizontes de trascendencia
que engendran esas esperanzas necesarias sin las que no es posible vivir. El desmantelamiento
del matrimonio natural del que somos testigos, ha de ser visto como una desgracia, porque
incapacita a los progenitores para ser padres y educadores ala vez, aunque lo normal hoy sea,
hablar de las parejas de hecho, matrimonios entre homosexuales, matrimonios compartidos,
matrimonios a plazos, parejas a prueba. La legalidad vigente ha venido a colocarnos en situación
extrema, en la que padre o madre, esposo o esposa han dejado de ser términos jurídicos para ser
remplazados por otros de significación ambigua. Los matrimonios rotos han venido agravar la
situación.
En esta situación en que nos encontramos se hace más necesario que nunca recuperar la figura
del padre y de la madre, por que ambos son necesarios en el entorno familiar. Si algo ha quedado
claro en el campo de la psico-pedagogía ha sido, que el niño necesita del cariño y la aportación
de ambos para el desarrollo de su personalidad , no del padre sólo ni de de la madre sola , sino de
los dos. La carencia de paternidad y la dejación de los padres a la hora de hacerse cargo de la
educación de sus hijos están siendo una de las expresiones más claras del fracaso del mundo
moderno. Los estados y los gobiernos han prescindido de las responsabilidades inherentes en
orden a la protección de la institución familiar, se han olvidado también de los sólidos principios
en que ésta ha de sustentarse. No se ha sabido discernir lo que es esencial de lo que es puramente
histórico, se ha venido practicando una crítica poco constructiva no exenta de una feroz
hostilidad hacia el magisterio de la Iglesia que en cuestiones como ésta ha sabido mostrar una
actitud sabia y prudente. Tal como nos recuerda Le Play, es con el cristianismo con el que la
familia conquista una estabilidad y una solidez que jamás había conocido. En honor a la verdad
habría que hacer justicia y comenzar a reconocer que desde siempre y muy especialmente , en la
actualidad, el cristianismo a pesar de todas las dificultades ha sido coherente y según yo creo y
deseo está llamado a ser el fiel guardián en que podemos confiar para preservar a la familia de
falsos progresismos
Esa sociedad mejor, en la que todos soñamos , consistente y firme ha de estar fundamentada en
uniones sólidas y estables que ofrezcan garantías de continuidad al proyecto familiar. A nadie se
le ocurriría poner como ejemplo a seguir un modelo social, integrado por parejas divorciadas,
hijos con dos madres y ningún padre o dos padres y ninguna madre como no lo es tampoco una
sociedad sustentada en la poligamia o la poliandría. Naturalmente que para ser madre o padre
biológico no hace falta casarse. Ahí están infinidad de madres y padres solteros. Naturalmente
que para vivir juntos un hombre y una mujer, no hace falta contrato alguno. Ahí están las parejas
de hecho, sin ningún tipo de compromiso pero ¿es esto lo que necesita la sociedad? .
Sinceramente a mi no me convence una sociedad integrada por madres y padres solteros .
divorciados o por parejas en situación de pura provisionalidad y conveniencia.