UNA SONRISA PARA LA FRATERNIDAD
No hace mucho una persona decía, hablando de su madre, que se la conocía
como “la mujer que siempre sonríe”
Me agradó mucho esa forma de hacer referencia a su madre.
Me pareció una muy bonita forma de recordar a una persona.
Fue, entonces, que se me ocurrió podría ser un buen pedido como regalo de
reyes.
¡Qué distinto sería todo si cada uno de nosotros recibiésemos el obsequio de
una sonrisa para regalar a los demás!
Por lo general disfrutamos, y mucho, cuando alguien nos obsequia una
sonrisa.
¿Si cada uno regalase una sonrisa a los demás?
Es obvio que no hago referencia a esa sonrisa de las “tandas publicitarias”
sino que me refiero a esa sonrisa brillante que uno recibe por obsequio.
Es una sonrisa que surge de lo profundo.
Es una sonrisa que nace desde dentro.
Es la última manifestación del gozo de un encuentro.
Es la primer expresión de la alegría de una entrega.
Es la primer expresión de la “Buena Noticia” que se tiene para compartir.
Es una forma de decir haga lo que debo y lo hago como lo debo y hacer tal
cosa es, siempre, un acto de fe.
Es esa sonrisa que se realiza con la boca, la mirada y lo que se es.
Cuando una presencia despierta una sonrisa se ha dado un paso gigantesco
para la fraternidad porque se ha establecido un vínculo.
La sonrisa crea lazos y ello hace sentir cercanía
Fraternidad es aceptación y respeto.
Fraternidad es cercanía que va más allá de una realidad física.
La fraternidad no se establece desde gestos autoritarios.
La fraternidad no crece desde manifestaciones de poder.
La fraternidad no se construye desde la vivencia de celos o envidias.
La fraternidad se construye desde la sencilla sonrisa que se brinda día a día.
La fraternidad se transita desde los pequeños gestos cotidianos que dicen
de atención al otro.
La fraternidad no manipula al otro sino que lo acepta y le brinda lo mejor.
Por ello, me parece, un buen obsequio para todos el regalo de una sonrisa.
Los Reyes Magos son los únicos que poseen la capacidad de brindarnos tal
regalo.
Es despertar para descubrir que nos han obsequiado la capacidad de
sonreír.
No es que no se vea que hay situaciones de injusticia o realidades que nos
están pidiendo nuestro compromiso para que las podamos transformar.
Es desde una mirada realista que se debe sonreír.
Es con una mirada producto de estar con los pies sobre la tierra que se
debe sonreír.
Es sonreír porque hay una tarea para realizar.
Es sonreír porque hay un alguien que espera con necesidad esa sonrisa.
Es sonreír porque se está siendo útil.
Es sonreír porque se está cumpliendo con su razón de ser.
Es sonreír porque se posee una nueva oportunidad de enmendar lo
realizado con anterioridad.
Claro, nos cuesta porque es necesario mucho coraje para obsequiar una
sonrisa siempre.
Es, de alguna manera, una forma de decirle al otro que lo suyo importa y
ello siempre “complica” la vida.
Es, en cierta medida, una forma de salir de uno mismo e ir al encuentro del
otro con lo mejor de uno mismo a flor de piel.
Una verdad dicha con una sonrisa siempre es aceptada y bien recibida.
Siempre encontramos sesudos argumentos para no estar con una sonrisa a
flor de piel.
Pero esos sesudos argumentos no son otra cosa que pequeñas razones para
quedar encerrados en nosotros mismos.
En oportunidades alcanza con mirarnos detenidamente y ello es una razón
más que sobrada como para sonreír ya que lo que vemos nos debe causar
gracia.
Si los Reyes Magos nos obsequiasen una sonrisa a todos no solamente
seríamos “las personas que siempre sonríen” sino que, también viviríamos
en una creciente fraternidad.
Padre Martín Ponce de León SDB