Paso la Navidad
Padre Pedrojosé Ynaraja
¡Gracias a Dios! dicen algunos. Son días que toca felicitar, regalar, reír, pero yo lo
paso muy mal, repiten. Cual fantasmas que invadieran mi casa, no puedo quitarme
de encima a todos aquellos a los que tanto quise, que tanto me quisieron, y ya han
muerto. Estos días uno sufre ausencias. Mientras tanto, toca obsequiar, agasajar y
sonreír…
No dudo de su sinceridad y de la buena fe de sus sinsabores, pero estoy convencido
de su error. Conste que lo afirmo desde las raíces cristianas de las que han brotado
las costumbres que por estas tierras se celebran. Costumbres llamadas cristianas,
la mayoría consecuencia de leyendas.
Estamos asistiendo atónitos a la manera de proceder del Papa Francisco, que a
muchos sorprende. Cunde la opinión de que su comportamiento es sencillamente
cristiano, pura lógica de la Fe. No estoy desacreditándole o desvalorizando su
comportamiento, nada de eso. Más de uno me ha dicho: ¿estarás contento de lo
que hace?. Sí, admiro su valentía, la simpatía que ofrece a quien a él se dirige y
rezo para que Dios le asista siempre. Pero lo que ahora y aquí importa, es el
proceder de nuestro entorno. Y, lamentablemente, no noto cambios. Vuelvo al
Papa. Nadie dudará de la sinceridad con que se comporta y el testimonio de
felicidad que da. En épocas anteriores, en la “corte pontificia” estos festejos
significaban opíparos banquetes y fiestas deslumbrantes. Nada de esto queda.
Librado de este ropaje, aparece nítida la felicidad de celebrar el nacimiento del Hijo
de Dios. Están ausentes afamados cocineros, reposteros, músicos y tantos otros. La
noticia pública de la Navidad papal, cada vez es más cristiana, está más libre de
ataduras burguesas. ¿y la nuestra?.
Viví de pequeño y en mi juventud, navidades alegres y cristianas. Un día murió mi
padre. Desde entonces, sólo cambió una sola cosa, no fui capaz de enc ontrarme
con el resto de la familia a la hora de comer el día de Navidad. En la mesa faltaba
un comensal. Fue la única modificación. Han ido muriendo otros, pero mi actitud
interior no ha variado. Tengo Fe y alguna noción de física. En este segundo
aspecto, sé que el espacio y el tiempo son ficci￳n “cum fundamento in re”, que
decían los escolásticos y también ahora los científicos. Cada día digo al Señor
acariciando el Sagrario: buenas eternidades les des, Dios. De inmediato nombro a
mi progenitor, el patriarca familiar, a mí madre, la matriarca, a las dos hermanas
inocentes que murieron víctimas de injustos bacilos, a las que fueron hermanas
carnales y que con mis padres me instruyeron y educaron en la vida cristiana.
Todos ellos vivieron y murieron cristianamente, y por eso, allí mismo, de
inmediato, continuando mi contacto con el Sagrario, que es un Belén real y actual,
pronuncio: interceded por mí ante el Señor. A Dios y a vosotros os agradezco la
vida y la presente Navidad.
No a￱oro lo antiguo: canciones, turr￳n, natillas… Celebro gozoso los presentes
afortunados momentos y me digo: ¡ojalá todos se regocijaran igual!. Y en mi
soledad, tan bien acompañado por los míos, lo he pasado muy bien.