La luz de la fe (I)
Volamos con la fe y la razón
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
El santo padre Francisco con motivo de la Navidad nos
mostraba a Cristo como la Luz del mundo que viene a iluminar
nuestras tinieblas. En su Encíclica, que lleva precisamente el nombre
de “La luz del fe”, nos indica que Jesús nos ha traído este gran don
de la fe que nos alumbra.
En los siguientes artículos recorreremos algunos puntos
significativos de la encíclica a fin de estar en sintonía con los
intereses del Papa y que este importante documento no solo no
quede en el olvido, sino que podamos sacar enseñanzas
provechosas que nos permitan conocer y vivir mejor nuestra fe.
En la antigüedad, dice el Papa, el mundo pagano desarrolló el
culto al Sol. El hombre intuía los beneficios que vienen con él: luz,
calor… Sin embargo esa luz no es capaz de iluminar toda la
existencia del hombre. Aunque se consideraba poderoso
al sol, dice
San Justino, “no se ve que haya alguien dispuesto a morir por su fe
en el sol”.
Con Cristo sí queda iluminada toda la realidad: nos muestra
quién es Dios, quien es el hombre mismo, para qué está en el
mundo, de donde viene y adónde va. Pero para poder ver esas
verdades es preciso creer, la fe es necesaria. La fe nos ilumina el
entendimiento, es una luz que nos permite conocer más allá de lo
que nos permiten nuestros ojos.
2) Para pensar
Si el hombre pierde de vista hacia dónde dirige su vida, será
fácil que quede atrapado y perdido en cualquier lugar.
Cuentan del gran escritor inglés Chesterton que era muy
despistado. En una ocasión que iba viajando en tren, el revisor le
pidió su boleto. Chesterton empezó a buscarlo pero no lo
encontraba. Revisaba todos sus bolsillos y no lo hallaba. Se iba
poniendo cada vez más nervioso, comenzando a sudar. Entonces el
revisor, que lo conocía, le dijo: “Tranquilo, no se preocupe, no le
voy a cobrar otro boleto”. Pero el escritor le repuso: “No me
importaría pagar otro boleto; lo que me preocupa y mucho, es que
he olvidado a dónde voy”.
La fe nos da esa luz que hace que no nos perdamos por los
mil caminos que tiene la vida.
3) Para vivir
Aunque algunos han contrapuesto la fe a la verdad, como el
pensador Nietzsche, ello no es así. Precisamente porque la verdad
es muy amplia, requerimos de la fe para que, junto con la razón,
logremos alcanzarla. El beato y próximo santo Juan Pablo II lo
recordaba en una de sus encíclicas que hay que tener muy presente
hoy en día: “La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el
espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios
ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad
y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y
amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo”
(introducción, “Fe y razón”).