CAÍDO EN UNA BALDOSA
Debo comenzar este artículo facilitándole la lectura del mismo.
Puede que usted, una vez concluida la lectura, se pregunte de quién estará
hablando.
No se haga tal pregunta puesto que, sin duda, estará cayendo en un error.
No escribo estas líneas por alguien en particular.
Quizás no sea la realidad de alguien en particular sino que es la suma de
varios que me llevan a suponer un alguien como el que hago referencia en
el texto.
Vaya uno a saber cuales han sido las causas que le han llevado e esa
situación en la que vive.
Vaya uno a saber cuales han sido las situaciones por las que ha pasado
como para asumir, ante la vida, una postura como la suya.
No creo sea consciente de la figura que brinda y, mucho menos, que acepte
alguien le haga ver la imagen que brinda.
Siempre está colmado de argumentos justificativos y cerrado a opiniones
censurantes.
Producto de….. ¿sus conocimientos? ¿su experiencia de vida? ¿su capacidad
individual?..... se ubica en una actitud de poder “opinar” de todo y a saber
de todo.
He puesto “opinar” entre comillas ya que lo suyo está lejos de ser una
opinión para ser, siempre, la oportunidad de una lección.
Constantemente está enseñando como se debe actuar para hacerlo
correctamente.
No intercambia ni discute, él siempre enseña.
Por ello lo suyo no pasa por hacer sino por poner en evidencia lo mal que
hacen los demás.
No escucharle es una muestra de necedad o terquedad que suelen tener los
demás, según sus criterios.
Por convicción es dueño de la verdad.
Por vocación es negado en la escucha de los demás.
Por actitud es un inconformista con la realidad puesto que nadie posee sus
capacidades como para obrar como el dice que se debe obrar.
Por postura es un insatisfecho ya que nunca se sabe valorado en la medida
que él se cree debería serlo.
Ha caído en una baldosa cuyos límites son: “Yo” “Lo mío” “Yo” “Lo mío”
Ha caído en esa baldosa y vive conforme de estar en ella.
Ese hecho le lleva a perder la capacidad de sugerir puesto que lo suyo es
mandar constantemente.
Siempre posee la razón.
Puede equivocarse pero la culpa siempre es de los otros.
Lo suyo es, siempre, lo prioritario y lo más atendible.
Sabe lo suficiente como para explicarle a cualquier técnico lo que debe
realizar ante cualquier tarea.
Nadie como él ha tenido las oportunidades de vida como para tener su
experiencia.
Siempre posee razones como para despreciar a los que se creen que saben
de algo en particular.
Nunca habrá un tema que le pueda resultar lejano o extraño.
Si llegó hasta aquí en la lectura de este artículo tal vez me diga que no
existen seres así.
Desgraciadamente existen y son bien reales.
Son seres que resultan muy difíciles de comprender ya que difíciles de
aceptar.
Son seres a los que uno trata de evitar para no tener que aceptar se le
imponga el peso de la baldosa donde se encuentra posicionado.
Uno, ante una persona así, se sabe escuchado para ser refutado y nunca
escuchado para recibir una postura distinta.
Con él no hay lugar para las dudas puesto que posee todas las certezas.
Con él no hay espacio para las búsquedas ya que ha llegado a todas las
respuestas.
Escuchaba a una de estas personas y me decía de su ya saber todo sobre el
cristianismo porque nadie posee tantos años de monaguillo como él.
Había que opinar sobre un salón y él se dedicó a corregir las medidas
establecidas por el arquitecto.
Ha caído en una baldosa, se ha establecido allí y nada ni nadie habrá de
sacarle de esa realidad.
Padre Martín Ponce de León SDB