Laon
Padre Pedrojosé Ynaraja
Comentaba un día mi proyecto de viaje. Pensaba iniciarlo en Reims y continuarlo
hasta Amiens. Me advirtió un compañero, que no dejase de pararme y visitar la
catedral que titula la presente aportación. El nombre, entonces, me resultaba
totalmente desconocido. Digo ahora que su descubrimiento me ha aportado dos
sorpresas. En primer lugar, que es la segunda gran catedral gótica de las que en
Francia se han edificado. Conserva la bella simplicidad y austeridad de la primera,
Saint Denis, de la que escribí anteriormente. El segundo descubrimiento es
posterior y anecdótico: no es, jurídicamente, una catedral. Lo fue, pero ahora es
parroquia. Al contrario de Saint Denis, que de abadía, pasó a tener categoría
catedralicia.
Aprovecho la ocasión para comentar que los nombres de una iglesia, obedecen a la
calidad del asiento presidencial y sus prerrogativas correspondientes. Si hay una
cátedra, se referirá a un obispo y será cabecera de la iglesia local y ámbito de
asambleas diocesanas. Si un modesto sitial, tomará asiento un presbítero y se
llamará parroquia. Pero en ninguno de los dos casos debe semejar un trono, lo
advierten las rúbricas. Indico también que si la arquitectura por sí misma sería puro
albergue humano, obra artesanal, abandonadas las primitivas reuniones en las
“domus” de incierto dise￱o, ya en el románico, la alineaci￳n de la planta obedece a
criterios simbólicos. Como consecuencia, raramente es circular, difícilmente será
cuadrada, sí que lo puede ser octogonal, pero preferentemente lo será en forma de
cruz, llamada latina o griega, este calificativo lo comentaré otro día. Siguiendo en el
mismo tono, advertiré que la orientación siempre será oeste a este, ocupando la
sede y el altar la dirección del sol naciente, figura e imagen simbólica del Cristo,
con el que ofrecemos al Padre primero el pan y el vino, después su misma muerte,
sepultura, resurrección y ascensión. Lo indico para que se entienda la postura del
que preside en algunas ocasiones, injustamente llamada de espaldas a los fieles,
cuando debería en verdad decirse que, como los demás asistentes, él está con su
actitud, expresando su referencia al Salvador.
En las iglesias románicas, la robustez de los muros y la escasa claridad que se
filtraba por rústicas aberturas, cerradas con losas traslucidas, facilitaba el silencio,
la vivencia meditativa y mística. La llegada del gótico, supone la entrada a raudales
de la luz. Tanta penetra por los ventanales, que pronto deberá matizarse mediante
las vidrieras.
La primera catedral de Laón, fue construida en el siglo VIII, dedicada a San
Salvador y Santa María, y consagrada en presencia de Carlomagno. Le siguió otro
edificio en el sigloXI. La actual comenzó a edificarse en 1155, acabada en 1235. Se
pretendía rápidamente acoger las reliquias de San Beato y los múltiples peregrinos
que acudían. Ya comentaré otro día la importancia que tuvieron las reliquias en
aquel tiempo, por la devoción que se las tenía y porque gracias a ellas y a su
homenaje, se conseguían el dinero o la colaboración manual, para la edificación de
estos magníficos monumentos. El obispado del que vengo hablando se suprimió en
1790, , con lo que la catedral se convirtió en simple iglesia parroquial.
El pórtico principal alberga notables esculturas que muestran la transición de estilo
entre el románico y el gótico. El portal central está dedicado a la Coronación de la
Virgen, la cual está representada con el Niño tanto en el parteluz como en el
gablete. El tímpano está dividido en su mitad, en la sección superior se representa
la Coronación mientras que en el inferior constan la Asunción y la Dormición. Las
arquivoltas tercera y cuarta se dedican al árbol de Jesé . El portal izquierdo a la
infancia de Cristo. El tímpano está dividido de igual forma que en el centro, con el
friso inferior a la Anunciación, la Natividad y a los Pastores. La Adoración de los
Reyes Magos ocupa la parte superior. En otro lugar figuran profetas del Antiguo
Testamento y una psicomaquia (combate simbólico entre los vicios y las virtudes).
En las jambas figuran estatuas con ménsulas historiadas, que representan la
Visitación y la Presentación en el Templo.
El portal derecho representa el Juicio Final. El tímpano está dividido de la misma
forma que en los anteriores, con el friso del dintel representando la separación de
los justos y los condenados. Entre estos últimos figuran un rey, un obispo, un abad
y un avaro arrastrado por su bolsa por un demonio. En el cuerpo superior del
tímpano figura la Resurrección de la Carne, con resucitados saliendo de sus tumbas
junto a un Cristo en Majestad rodeado de once apóstoles, cuatro de los cuales
ocupan la parte baja de las dos primeras arquivoltas. A ambos lados de Cristo dos
ángeles portan los instrumentos de la Pasión.
Si el exterior, fachada, pórticos y torres es maravilloso, cuando uno penetra en su
interior queda fascinado, alucinado, por la belleza, grandiosidad, simplicidad,
equilibrio de diseño de líneas y volúmenes del templo. Como son de enormes
proporciones, la descripción y las fotografías, siempre expresan con insuficiencia la
maravillosa belleza de la construcción.
No puedo dejar de señalar el precioso rosetón y otras vidrieras.
Se conserva también un baptisterio de época románica, cuyo tamaño y oquedad
hace suponer que se practicaba allí, como en otros lugares, el bautismo por
inmersión.
Visitada, como me tocó hacerlo a mí, de paso y sin poder gozarla con detenimiento,
abandona uno la población emocionado y con ganas de continuar contemplándola
otro día, sin sentir ningún empacho.
Buscando las fotografías que saqué, recuerdo ahora una cosa que me sorprendió y
que ahora, que he sabido que no tenía la categoría de catedral, empiezo a
entender. La ambientación, los carteles indicadores de la capilla donde se reserva la
Eucaristía y la invitación a entrar y el ruego que no se moleste cuando se celebra
misa. Una explicación del significado de los iconos, para contemplar una Santa Faz
con devoción, algunas plegarias, son detalles que indicaban que detrás del
maravilloso edificio de piedra, había personas que invitaban a descubrir y penetrar
en el templo espiritual. Se respiraba un ambiente de amable acogida. Lamenté no
tener ocasión de felicitar al párroco.