Voz del Papa
La luz de la fe (VI)
José Martínez Colín
1) Para saber
Si nos preguntáramos cómo hemos adquirido la fe, tendríamos
que remontarnos a nuestros orígenes. Muchas veces primero
escuchamos a nuestra madre o nuestro padre, o a un miembro de la
Iglesia, y le creímos. Dios se valió de un miembro de la Iglesia para
hacernos llegar la fe. Por eso el Papa Francisco señala en su
encíclica un aspecto esencial de la fe: “La fe tiene una configuraci￳n
necesariamente eclesial” (Luz de la fe, n. 22). Se cree a la Iglesia,
en la Iglesia y dentro de la Iglesia.
El fiel escucha la fe en la Iglesia y da su respuesta. Todos en
la Iglesia Católica, en cuanto católicos, creemos lo mismo. Un
momento en donde se confiesa esa fe es en la Santa Misa. Y más en
concreto, durante el rezo del “Credo”, cuando todos juntos
manifestamos aquello en que creemos. La fe no es algo privado,
subjetivo, ni tampoco cada quien cree lo que le parece. No.
Creemos lo que nos ha sido transmitido y, esencialmente, el
mensaje de Jesucristo.
2) Para pensar
Durante la persecución contra los cristianos en tiempos del
emperador Galerio, un hombre llamado Romano fue martirizado con
crueles tormentos, pero no dejo de profesar su fe en Cristo. Al fin,
dirigiéndose al juez lo ret￳: “Mira, si no quieres creerme a mí,
escucha a este ni￱o que no sabe ni mentir ni sabe hablar”.
En efecto, estaba allí una cristiana que tenía su hijo pequeño
en brazos. Y el niño, ante el asombro de todos los presentes, no
esperó a que lo interrogaran, y dijo en voz alta: “ᄀJesucristo es el
Dios verdadero!”
Todos los presentes enmudecieron. Y el juez, lleno de ira, le
pregunt￳ al ni￱o: “A ti, ﾿quién te lo ha dicho?”
El ni￱o respondi￳: “A mí me lo ha dicho mi madre, y a mi
madre se lo ha dicho Dios”.
Fue una respuesta excelente para quien nos interroga sobre
nuestra fe: creo cuanto cree la Iglesia, mi Madre, a quien Dios le ha
entregado la Revelación.
3) Para vivir
San Pablo señala que todos formamos un solo cuerpo en
Cristo, por ello todos estamos unidos en Cristo. A la Iglesia suele
denominarse el Cuerpo místico de Cristo. Pero el que seamos cuerpo
no significa que cada uno se reduzca a ser un simple parte del todo,
sino que se subraya más bien la unión vital que tiene Cristo con
cada uno de los creyentes y de todos los creyentes entre sí.
La fe a veces se nos pone a prueba, y es el momento de
conservarla y defenderla. Había una mujer de Estados Unidos,
llamada Onalee, que tras muchas peripecias decidió incorporarse a
la Iglesia Católica. Pero sucedió que cuando acudió a un sacerdote
para que la instruyera, resultó que aquel hombre ya había pedido
un permiso para abandonar el sacerdocio. Y de igual manera
sucedió en otra ocasión.
Entonces, desconcertada, habló con una amiga católica y le
transmitió su temor ante la Iglesia que se estaba hundiendo. Su
amiga le contestó que la barca de Pedro no se estaba hundiendo,
sino que estaba sufriendo. Y añadió unas palabras que nunca se le
borraron a Onalee: “Tu sitio está al pie de la Cruz, con la Virgen,
nuestra Se￱ora, y con San Juan”.
Onalee escribiría luego su reacci￳n: “Yo solo la miré y le dije
tienes razón”.
Nuestra fe no depende del comportamiento de los demás, sino
es nuestra respuesta a Dios que nos habla al corazón.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero en Computación por la UNAM y Doctor en Filosofía por la
Universidad de Navarra
( articulosdog@gmail.com )