MI AMIGO ATEO
Por: Claudio de Castro / cv2decastro@hotmail.com
Tengo grandes amigos que son ateos. Cuando hablo con ellos soy consciente que
Dios habita en nosotros, sin ver si somos ateos, católicos, hebreos, musulmanes o
evangélicos, pues “en Él vivimos, nos movemos y existimos”.
Es el padre de todos, nuestro padre.
Encuentro a mi ateo cada año en la Feria del Libro.
Como mis libros son religiosos y ellos son inquietos, les atraen.
Cada año lo espero. Sé que llegará.
Llega indiferente. Se detiene frente a mi mesa, toma los libros como quien no
quiere leerlos, los devuelve, toma otro y pregunta:
"¿Quién los escribe?"
"¿ Quiere conocer al autor?" pregunto.
"No". Responde tajantemente. Y añade: "Soy ateo".
No imaginas lo feliz que me pongo.
Casi exclamo: "¡Mi amigo ateo!" Y le pregunto: "¿ Puedo darle un abrazo?"
"¿Va a tratar de convertirme?"
"Y, ¿por qué haría eso? Dios le da la libertad de creer o no creer. Eso depende de
usted".
La última vez que vi a mi amigo el ateo tuvimos largas conversaciones de literatura.
Cuando se marchó, luego de estrecharnos la mano, le sonreí feliz, sabiendo que
Dios se haría presente en su vida, en algún momento... Era ateo, pero llevaba en
su alma una gran pregunta, esperando que alguien le respondiera, con su ejemplo
y sus oraciones.