Cómo rezar con corazón de niño
Autor: P. Guillermo Serra, L.C.; publicado originalmente en: http://www.la-
oracion.com
Cada jueves tengo la oportunidad de acompañar a Jesús durante una hora
eucarística. Es una hora de adoración donde busco reparar, acompañar y
escuchar a Jesús en recuerdo de su oración en Getsemaní. Desde ese
recuerdo de "velad y orad" el corazón se admira de su gran amor y busca
comprometerse más con Él y su entrega incondicional a nuestro amor.
Ayer fue un jueves especial. Estaba toda mi familia espiritual del Regnum
Christi. Las luces de la capilla eran tenues, Cristo al centro, con la luz que
resaltaba más aún su presencia. Silencio que es presencia amorosa de un
Dios cercano.
En un momento de esta hora, normalmente un sacerdote o un religioso
suele leer el Evangelio y hacer una breve explicación del mismo. Ayer fue
distinto. Subió una niña de 12 años al ambón, Anita, para leer el Evangelio y
nos hizo un breve pero profundo comentario. El pasaje del Evangelio era el
encuentro de los dos ladrones con Cristo en la cruz.
De su comentario que les comparto, saco algunas lecciones para rezar
con un corazón de niño:
Me impresiona cómo se burlan de Ti Jesús; cómo no son capaces de ver el
amor que les tienes. A mí me pasa alguna vez, ya lo sabes: que no sé
mirarte y ver tanto amor. Sé que me estás esperando en la comunión todos
los días y a veces prefiero jugar con mis amigas en vez de estar 5 minutitos
de mi día contigo, dentro de mi corazón. ¡Y con ellas puedo estar el resto del
día! 5 minutitos no me cuesta nada. Pero hoy he venido a verte. Espero que
te alegres. Cuando te miro así, me recuerdas todo lo bueno que tengo: mi
familia, mi colegio, mis amigos...
1. La mirada de una niña que sabe descubrir el amor, el dolor y hacerlo
también vida de su vida y reconocer su deseo de mirar a Dios con un
corazón generoso.
2. El corazón de una niña que reconoce el amor de un Dios que se hace
presente y que nos espera.
3. El anhelo de eternidad, de ver a Jesús y poseerlo en el corazón y así
experimentar el profundo gozo de ser de Jesús.
4. La mirada que es recuerdo de un amor siempre fiel y que transformar el
corazón de Anita en gratitud.
¿Por qué el ladrón que te estaba mirando te insultaba? ¿No te reconoció? A
lo mejor te había visto por las calles, con tus amigos. Y ahora que estaba a
tu lado no se supo arrepentir y sólo te insultaba para poderse salvar él
mismo. A mí también me da miedo a veces que no me perdones y yo
tampoco me atrevo a pedirte perdón, y se me amontonan los pecados. No
me gusta, porque tampoco hago feliz a los que tengo cerca.
5. El dolor por el pecado, que me aleja de Cristo y no me deja verte como
eres y como me has creado
6. El temor de no ser perdonado ante el sufrimiento de Cristo, ante tanto
amor y tanta pequeñez por mi parte.
7. El reconocimiento de que mi pecado afecta también a los demás: no me
hace feliz y no me deja hacer felices a los demás.
Pero cuando me perdonas, como al otro ladrón, me siento como si me
hubieses dado un abrazo muy grande y entonces sí que noto tu amor. ¡¡Me
encanta esa sensación!!
Y quiero darte las GRACIAS por acompañarnos desde el sagrario.
8. El acoger el perdón de Dios con amor, con un gran abrazo de Dios
9. El disfrutar la vida de gracia, el estar con Cristo quien vive en mi corazón
10. El agradecer finalmente la presencia siempre fiel de Cristo en la
Eucaristía
En tan pocas palabras, Anita nos dio una gran lección de cómo tenemos que
rezar, cuáles son las actitudes del corazón que quiere encontrarse con el
Señor.
Al final de esta hora de oración, con el corazón lleno de la presencia de Dios
recibimos la noticia triste del fallecimiento de Irene, una profesora conocida.
Acaba de dar a luz a su quinto hijo, Juan de todos los Santos. Unos días
después del parto sufrió un derrame cerebral y no se pudo recuperar.
Este sencillo artículo quiere ser un homenaje a esta gran mujer que vivió
ejemplarmente su vida cristiana y su vocación de madre. Que desde el cielo
nos acompañe e interceda por nosotros para que como Anita podamos
dirigirnos al Padre con confianza y con sencillez.
Mis oraciones y nuestras oraciones están con toda la familia de Irene. Somos
una gran familia y con tristeza pero con esperanza cierta vivimos este
momento de pérdida.
Con este texto que el Papa compartió ayer en su audiencia, me despido.
Sigamos preguntándonos "por qué", como dice el Papa, para atraer hacia
nosotros la mirada del Padre.
¿Por qué suceden estas cosas? No se puede explicar. Hay tantas cosas que
nosotros no podemos entender. Cuando los niños comienzan a crecer no
entienden las cosas y comienzan a hacer preguntas al papá o a la mamá:
"Papá, ¿Por qué...? ¿Por qué..? ¿Por qué...?". Los psicólogos lo llaman la
edad de los "por qué", porque el niño no entiende... Pero si nosotros
estamos atentos, veremos que el niño no espera la respuesta de su papá o
de su mamá: otro porqué y otro porqué... el niño necesita en aquella
inseguridad, que su papá y su mamá lo miren. Necesita los ojos de sus
padres, necesita el corazón de sus padres. En estos momentos de tantos
sufrimientos no se cansen de decir: "¿Por qué?", como los niños. Y así
atraerán los ojos de nuestro Padre sobre su pueblo, atraerán la ternura del
Papá del cielo sobre ustedes. Como hace el niño cuando pregunta: "¿Por
qué...? ¿Por qué...?". En estos momentos de dolor, esta fuerza sea la
oración más útil: la oración del por qué. Pero sin pedir explicación,
solamente pedir que nuestro Padre nos mire. También yo los acompaño a
ustedes, con esta "oración del por qué" (Papa Francisco, 21 noviembre
2013)
Con mis oraciones y mi bendición, P. Guillermo Serra, LC (
saldetucielo@gmail.com ) y
https://www.facebook.com/PadreGuillermoSerraLC