Bienaventuranzas de la ternura de Dios
Autor: P. Guillermo Serra, L.C.; publicado originalmente en: http://www.la-
oracion.com
Introducción
La oración es llenarse del gozo de ser poseído por el amor de Dios. De esta
vivencia nace la experiencia de ser dichosos, de ser bienaventurados. En las
bienaventuranzas Cristo se nos hace presente de distintas maneras y nos
dejar sentir su ternura.
Les ofrezco algunas bienaventuranzas de la ternura de Dios. Cada uno, en su
oración, podría y debería continuar la lista según haya experimentado esta
cercanía amorosa y tierna de Dios. Llévalas a la oración, déjate envolver por
la dicha de ser amado por el Amor y no te canses de sentir su ternura.
Bienaventurado serás...
Bienaventurado serás si te agachas para entrar en la cueva de Belén y así
ver a Jesús, hijo de Dios, en un pesebre, envuelto en pañales (Lucas 2, 1-
20). Ternura de Dios, hecha carne de mi carne, acaricia mi corazón.
Bienaventurado serás si dejas que te cargue Jesús sobre sus hombros, te
rescate de las tinieblas del pecado y te lleve a su rebaño. Él conoce sus
ovejas y las suyas lo conocen. (Lc 15,4-6). Ternura de Dios, hecho Buen
Pastor, carga mi corazón.
Bienaventurado será si te dejas perdonar por Jesús, quien nunca te
condena. Su mano toma la tuya y te levanta para invitarte a no pecar más y
seguirlo de cerca (Jn 8). Ternura de Dios, hecha perdón y misericordia,
acaricia mi corazón.
Bienaventurado serás si te alimentas del pan y vino hechos carne y sangre
de Jesús para la vida del mundo (Jn 6). Ternura de Dios, hecha alimento
de vida eterna, nutre mi corazón.
Bienaventurado serás si dejas que Jesús fije su mirada en tus ojos y así
sentir el amor tan grande que tiene (Mc 10, 17-20). Su mirada de cielo te
recordará tu vocación, tu tierra y tu destino. Ternura de Dios, hecha
mirada amorosa de Jesús, fija tus ojos en mi corazón.
Bienaventurado serás si sacias tu sed de la única agua que puede dar la vida
eterna. No volverás a tener sed y de tu corazón saldrán ríos de agua viva (Jn
4, 10-15) Ternura de Dios, hecha agua que quita la sed, sacia mi
corazón.
Bienaventurado serás si regresas a la casa del Padre y experimentas el
abrazo de amoroso de quien te siempre te espera incondicionalmente (Lc 15,
20). Ternura de Dios, hecha acogida, abrazos y besos por el hijo
perdido y encontrado, sana mi corazón.
Bienaventurado serás si escuchas y contemplas las lágrimas de Jesús por ti,
porque no vives cómo Él quiere, porque "estás muerto". Él te quiere
resucitar como a su amigo Lázaro (Jn 11,35). Ternura de Dios, hecha
lágrimas de amor profundo y sincero, riega con tu amor mi corazón.
Bienaventurado serás si con humildad dejas que Jesús te lave los pies, te
quite el polvo del camino y te enseñe la lección del servicio (Jn 13, 4-10).
Ternura de Dios, hecha esclavo por amor a los hombres, haz mi
corazón humilde como el tuyo.
Bienaventurado serás si avanzas hasta la cruz para contemplar a un Dios
humillado, fijado en una cruz, cargando con los pecados del mundo (Jn 19).
Ternura de Dios, hecha pecado por amor y salvación mía y la de
todos los hombres, salva mi corazón.
Bienaventurado serás si permaneces bajo la cruz para recibir de Jesús el
regalo más hermoso de un hijo: "He ahí a tu Madre"(Jn 19, 26). Sí,
bienaventurado serás por siempre porque quien acoge a la Madre en su casa
y en su corazón tiene asegurado el cielo. Ternura de Dios, hecho don
precioso de la Madre, lleva mi corazón siempre a María y por ella a
Jesús.
Para la oración personal
1. Ponte en presencia de Dios y repasa junto a Él las experiencias de tu vida
donde hayas tocado esa ternura.
2. De estas experiencias escribe cuáles son las bienaventuranzas que más te
tocan y que dirigen tu vida hacia Él.
3. Expresa tu gratitud por estas señales tiernas de su presencia y guárdalas
en tu memoria y corazón. Ellas serán pilares para crecer en amistad y
sostenerte en los momentos de cruz y oscuridad. Iluminarán tu vida y te
darán calor.