Tener un coach está de moda
Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador,
y yo espero en ti todo el día.(Salmo 25,4-5)
Ya han pasado dos meses desde aquella noche de fin de año en la que
muchos de nosotros, después de hacer balance de lo bueno y malo, nos
prometimos una larga lista de buenos propósitos para el nuevo año: dejar
de fumar, aprender inglés, llevar una vida más sana, ponerse en forma,….
No sé cuánto queda de aquello, tal vez ya los has abandonado, incluso, al
día de hoy ni los recuerdas. O como suele pasar, a mí me ha pasado
infinidad de veces, te justificas diciendo que lo que perseguías realmente no
lo necesitabas, que era una estupidez, o que las metas que te propusiste no
las tenías bien definidas.
Pero, si todavía te queda algo de ilusión, lo que te recomiendo es enfocar tu
lucha, con una “obligación voluntaria”, en algo que verdaderamente valga la
pena: un verdadero cambio interior , un paso adelante en el progreso
espiritual, en metas que te ayuden a conocerte a ti mismo, a cambiar de
forma progresiva, a pulir tu espíritu dirigiendo tu vida a “la plenitud de la
vida cristiana y a la perfección de la caridad”1
Y para conseguir esta meta, que no es otra que la santidad, conocer lo que
Dios quiere y nos pide a cada uno, y tener las armas para responder
adecuadamente en cada momento, os recomiendo que os agenciéis un
entrenador personal, un experto sabio, prudente y santo. Una persona que,
de manera eficaz y práctica, con realismo, nos conozca, nos ilustre y nos
acompañe mientras trabajamos, con la ayuda de Dios, para convertir en
realidad nuestros pequeños retos diarios. Pues como dice el Libro del
Eclesiastés: “valen más dos juntos que uno solo, porque es mayor la
recompensa del esfuerzo. Si caen, uno levanta a su compañero; pero ¡pobre
del que está solo y se cae, sin tener a nadie que lo levante!”2
Y no es mala idea. Tener un coach está de moda. Y más en estos tiempos
que corren. Es más, no es extraño, entre nuestros amigos y vecinos, ver
como recurren a un coach, a un entrenador personal, para casi todo. El
objetivo varia de unos a otros, pero el fin es el mismo: alcanzar las metas
que se proponen, conseguir un mayor equilibrio y resolver los problemas
que les surgen en todos las parcelas de su vida. Los hay de belleza, para
mejorar tu salud , para adelgazar, para tener éxito en la empresa, familiar,
para mejorar la comunicación con los hijos, para prepararse y mejorar
nuestra productividad a nivel profesional, para saber manejar a los
adolescentes, …trayectoria profesional, entorno físico, salud, familia, ocio,
relaciones amorosas, dinero, desarrollo personal, amistades)
Un coach, ahora está de moda llamarlo así, aunque se trate del director
espiritual de toda la vida, que te ayude a cambiar y a crecer intelectual,
espiritual, y humanamente con un plan diario. Pues como afirmaba Juan
Pablo II, “en la propia vida no faltan las oscuridades e incluso debilidades.
Es el momento de la dirección espiritual personal. Si se habla
confiadamente, si se exponen con sencillez las propias luchas interiores, se
sale siempre adelante, y no habrá obstáculo ni tentación que logre
apartaros de Cristo".3
Pero encontrar un coach, poner tu alma en manos de un maestro, es una
gracia extraordinaria de Dios que vale la pena buscar. Un entrenador
personal que te dé un poco de caña, como dicen los jóvenes, que te ayude
a analizar tus aspiraciones , “tu lucha ascética, íntima, que cada cristiano
debe sostener contra todo lo que, es su vida, no es de Dios” 4 que nos
muestre con dulzura y exigencia dónde hemos fallado y te guíe con
optimismo sobrenatural en aquello que debemos trabajar más para
mejorar, es una gracia extraordinaria de Dios que vale la pena.
Pues como decía San Josemaría Escrivá de Balaguer, “ el espíritu propio es
mal consejero, mal piloto, para dirigir el alma en las borrascas y
tempestades, entre los escollos de la vida interior.
Por eso es Voluntad de Dios que la dirección de la nave la lleve un Maestro,
para que, con su luz y conocimiento, nos conduzca a puerto seguro” ” 5
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1. Constitución Dogmática Lumen Gentium, 40
2. Eclesiastés 4, 9-10
3 Juan Pablo II, Carta a los seminaristas de España, Valencia 8-XI-1982
4. San Josemaría Escrivá de Balaguer,Es Cristo que pasa,p.73
5. San Josemaría Escrivá de Balaguer , Camino, n.59.