REBELDÍA VIGENTE
Querido Cristo
Hoy me he puesto a pensar en qué es lo que te hace tan atrapante.
Han pasado casi dos mil años y aún continúas despertando admiración.
No puedo evitar sentir admiración por tal cosa.
Sin lugar a dudas que posees muchas cosas que despiertan admiración pero........
¿Son esas realidades las que atrapan, hoy en día, a tantos?
Vos te hiciste hombre para que tuviésemos una visión paterna de Dios pero no creo
que ello sea una de las realidades atrapantes de tu propuesta.
Vos te hiciste uno con nosotros para dar tu vida para nuestra salvación pero se me
ocurre que ello no es de esas cosas que atraigan en demasía a los hombres de hoy.
Vos hiciste una propuesta de renuncia y entrega para que la persona pudiese
ocupar el lugar central que le corresponde y me cuesta pensar que ello sea lo
admirable de tu propuesta.
Vos hiciste de tu vida una acabada demostración de que es posible la coherencia
pero no creo eso sea lo que tanto llame la atención de tu personalidad como para
mantener una vigencia.
Creo que una de las cosas que más atrapan de vos es que eras, decididamente, un
rebelde.
Eras “santamente rebelde”.
No dudaste en llamar a las cosas por su nombre y el jugarte por la verdad fue lo
que llevó a que buscasen quitarte del medio.
Molestabas demasiado como para ser resignadamente aceptado.
Nadie podía ser indiferente ante tu persona porque aceptarte era oponerse a lo
establecido.
Aceptarte era vivir la vida de una forma diferente a lo convencional.
En aquel tiempo gran parte de la vida religiosa miraba hacia el templo y vos, sin
dejar de mirar al templo miraste, preferentemente a los caminos.
Vivir a Dios era cumplir la Ley y vos pusiste el acento en el amor que, sin duda,
está mucho más allá de la letra de la Ley.
No viniste a cambiar nada pero cambiabas todo y aceptarte era comenzar a
cambiar.
No dudaste en catalogar, con gruesos epítetos, a las autoridades religiosas del
momento porque lejos de agradar a Dios buscaban esos beneficios con los que
podían ser agradados.
Lo tuyo fue lo informal, lo desacomodante, lo insólito.
Tus predilectos eran unos hombres incultos pero de un inmenso corazón.
Tus destinatarios fueron esos que se sabían necesitados.
Necesitados de conversión, necesitados de realidades materiales o necesitados de
ser reinsertos en la sociedad de su tiempo.
Algunos de tus cercanos seguidores fueron mujeres en una época donde ellas no
tenían espacio alguno.
Decís que no pretendes que se saltee ni un punto ni una coma de la Ley pero la
vivís de una forma tan distinta al resto de los de tu tiempo que parece como que
todo lo tuyo es una constante trasgresión.
Entre el polvo de los caminos, desde lo espontáneo de cada encuentro, hablando
desde las cosas simples de lo cotidiano y denunciando lo denunciable lo tuyo
continúa siendo atrapante.
Sin duda que continúas siendo un paradigma para muchos de todos los tiempos.
No eras un violento por más que hayas tenido algún arrebato en algún momento y
al mismo lo explique diciendo que “el celo por la casa del Padre me consume”.
Vos eras un revolucionario del amor.
Esa revolución a la que no se apuesta. Esa revolución que apunta a la raíz misma
de las cosas y no tiene prisas porque es respetuosa de los tiempos de los demás.
Ello es parte de tu ser “santamente rebelde”.
Es muy hermosa tu propuesta pero tú no quieres solamente eso.
Tú quieres que lo tuyo sea un estilo de vida.
Por eso, lo tuyo, no es tan sencillo porque hay que hacerlo vida pero
igualmente……..
¿Estoy equivocado en pensar que ello es algo de lo que te hace tan atrapante en
todos los tiempos?
Padre Martín Ponce de León SDB