UN HOMBRE SENCILLO
Luego de la muerte del Papa Pío XII surge una figura completamente distinta al
anterior (28 de octubre de 1958)
Hasta físicamente eran opuestos. Uno alto, delgado y colmado de solemnidad el
otro bajo, regordete y pleno de sencillez.
Era “un Papa de transici￳n” según los comentarios de todos los especialistas de
aquel entonces.
La Iglesia necesitaba un cambio y entonces………..
Es elegido aquel hombre ya entrado en años (77 años) y con una intensa labor
diplomática.
Angelo Giuseppe Roncalli asume el nombre de
Había debido cumplir diversos encargos no muy fáciles (en Bulgaria y Turquía) y a
fuerza de bondad, sencillez y alegría había podido llevar a buen fin las misiones
encomendadas.
Ahora la Iglesia le encomendaba una misión difícil.
Ir dando pequeños pasos de cara a una necesaria renovación.
Una de sus primeras decisiones, como siempre sucede, despertaron la incomodidad
de algunos y la simpatía de otros. Bajar los estipendios que recibían los cardenales,
obispos y sacerdotes que trabajaban en la curia romana y aumentar el salario de
los empleados vaticanos.
El poco tiempo, dada su edad, que duraría su papado permitiría poner un algo de
distancia con la figura de su predecesor y crear un el ambiente adecuado para un
tiempo nuevo.
No perdió su bondad, sencillez y alegría pero no dudó en dar pasos que no estaban
en los cálculos de nadie.
No era un hombre distante de la realidad del Vaticano pero tampoco era un hombre
que desconocía la realidad de los hombres de su tiempo.
En muy poco tiempo supo ser “el Papa bueno” y tal cosa no fue una osadía sino una
constatación de una realidad.
Durante su pontificado supo dejar su profundidad en varias encíclicas pero se
distinguen dos como fundamentales “Mater et Magistra” y “Pacem in terris”
Esta última, en el a￱o 1962, está dirigida a “todos los hombres de buena voluntad”
e irrumpe en plena “crisis de los misiles”
Fue él quien realizó la osadía de convocar a un concilio.
Para muchos fue una sorpresa, para otros fue una necesidad y para otros un riesgo.
Con la figura de “abrir las ventanas de la Iglesia para que entre aire fresco” aquel
hombre de aspecto regordete y mirada sonriente ponía a la Iglesia ante un gran
desafío.
Sabía que contaba con el apoyo de muchos y la contra de algunos pero no temió
dar el paso.
Animó con mano decidida y paterna a toda la Iglesia a ponerse en movimiento y a
pensarse a la luz de los tiempos actuales.
Una de las características más importantes de tal realidad fue el hecho de estar
dispuesto a aceptar lo que los padres conciliares dispusieran.
“No puedo mirar demasiado lejos en el tiempo” decía haciendo referencia a su
edad.
“Lo que debe importar no es concluir sino comenzar”
El concilio avanzó a paso lento y sin ninguna prisa por más que las noticias de la
salud de su mentor eran preocupantes.
Así pasó la primera etapa de discusiones y búsquedas.
Así pasó la segunda etapa con más discusiones y más búsquedas.
Juan XXIII no llegó a ver ningún documento emitido por el concilio.
Dios tiene esas cosas.
Había comenzado una obra que no pudo ver su final.
Había comenzado una obra que aún hoy tiene mucho para poner en práctica.
El 3 de junio de 1963 descansó en paz.
Su muerte colmó de tristeza al mundo que supo ver en él a un gran pastor ocupado
en la Iglesia.
Angelo Giuseppe Roncalli – Juan XXIII – un hombre que supo servir a Dios desde la
Iglesia abierta para todos. Un santo para admirar . .
Padre Martín Ponce de León SDB