LOCALES DE REUNIÓN CRISTIANA
Padre Pedrojosé Ynaraja
La vida tiene sus situaciones chocantes y la imaginación de Dios es fabulosa, no me
canso de repetirlo. Formuladas estas premisas, paso a decir que el director y
amigo, Ángel Escorial, me encargó los reportajes y, en consecuencia, redacto
semanalmente reseñas de catedrales, monasterios y abadías, que cimentaron la
cultura y espiritualidad de la Europa occidental. Simultáneamente en Nigeria, se
interesan por construir una gran iglesia de estilo europeo. He dicho bien, Nigeria,
por mucho que al lector le extrañe, como me extrañó a mí cuando me pidieron
orientación al respecto. Ofrezco, pues, un resumen de lo que he ido pensando y de
lo que he hablado, para que los de la querida África se sientan satisfechos.
El primer espacio de reunión cristiana, de celebración litúrgica, fueron locales
familiares. La sala alta que se le ofreció al Señor en Jerusalén, la que se apropió el
mismo día de su Resurrección Jesús, a expensas de la invitación que le hicieron a
pernoctar en Emaús y que Él aprovechó para hacer la Fracción del Pan. Fueron los
iniciales.
Formada una pequeña comunidad en Jerusalén encontramos que se reúnen en dos
sitios. La sala alta de la Santa Cena, por lo que parece bastante amplia, y el
domicilio de la madre de Juan Marcos, seguramente bastante mas pequeño, donde
sabemos acudió Pedro después de ser liberado milagrosamente y encontró a este
primitivo núcleo, que rezaba fervorosamente en casa de María, madre de Juan
Marcos. (Hechos 12,12). Del primer lugar se sabe con certeza arqueológica,
apoyada por la tradición, que es el actual ámbito llamado del Cenáculo. El segundo
está escondido entre las callejuelas actuales de la Jerusalén vieja, en la calle de
San Marcos. De ser cierto, debe suponerse que el nivel actual está elevado unos
cuantos metros sobre el de la época apostólica. La casa sería derruida por los
romanos y el actual suelo correspondería a la superficie de la Aelia Capitolina. El
rincón tiene su encanto y la comunidad cristiana oriental que celebra, lo hace, al
menos en parte, en lengua aramea.
Trasladándonos ya a Nazaret, bajo la actual basílica de la Nutrición o de San José,
se encuentra una preciosa cripta. He tenido el privilegio de celebrar misa en más de
una ocasión. Recuerdo que una vez lo hice permaneciendo de rodillas. Se dice, y yo
lo he repetido muchas veces porque así me lo han contado allí, que corresponde a
los sótanos de la Casa de la Sagrada Familia. Los arqueólogos no están tan
seguros. He hablado con más de uno y me dicen que es necesario investigar con
más rigor. Es demasiado amplia para ser el almacén de una familia de solo tres
miembros, que la quisieran destinar a proteger sus bienes de ratones y ladrones.
Reconocen que sus paredes fueron ampliadas y el suelo rebajado. Creen que sería
de algún familiar de José o María. Ahora bien la preciosa pila de bautismo de
inmersión de peldaños dorados, que se conserva a su lado, proclama que era un
lugar de reunión litúrgica, de fieles cristianos.
Algo semejante hay que decir de los espacios situados delante de la gruta de la
Anunciación, casa de Santa María cuando era soltera y de la que queda el
testimonio de otra pila de bautismo y el mosaico votivo de Konon, pariente del
Señor y mártir.
Los inicios en la ciudad de Roma fueron en las domus de personas ricas que
poseían alguna estancia grande.
Posteriormente las persecuciones obligaron a que las reuniones cristianas se
celebrasen en los cementerios. Pero si las catacumbas lo eran, las reuniones
litúrgicas no se celebraban en cualquier sitio. El visitante actual ve que los
estrechos pasillos se ensanchan en algún momento y a su lado se ha excavado un
recinto, a veces en torno a la tumba de un mártir insigne, que servirá de reunión.
Más de una vez he podido celebrar misa. Al ser tan inmensos los pasadizos, los
responsables te advierten que cerraran la puerta y que volverán al cabo del tiempo
que se les indique, para evitar que pretendiendo salir uno se pierda por los
kilómetros de estos estrechos callejones. Celebrar así, entre rejas, le ayuda a uno
todavía más a sentirse espiritualmente unido a los valerosos primeros fieles de la
Ciudad
Llega la libertad y de nuevo las domus. Pronto se edificarán basílicas y de aquí van
evolucionando los recintos, hasta convertirse en catedrales, parroquias, capillas y
ermitas.
He celebrado la Eucaristía en muchos sitios, he administrado la absolución,
celebrado la penitencia, dicho de otra manera, en los lugares más inverosímiles,
pero procurando siempre no pecar de mediocridad, no devaluar la Gracia.
Recuerdo que un amigo mío judío, vino un día a visitarme con su hija, que traía a
su nieta. La edad de la chiquilla creo que era de cuatro años. Hablaban
exclusivamente hebreo, mi amigo traducía. Entramos en mi “pequeña iglesia” de
aquí al lado, de algo así como 20 metros cuadrados de planta. Ante el asombro de
mi amigo, le dijo la niña que aquello le recordaba Notre Dame de Paris. Se lo diría
de otra manera, pero así me lo tradujo. Yo satisfechísimo le dije: es que se ha dado
cuenta de que es el mismo Señor el que está presente en los dos sitios.
AACHEN
Por la década de los sesenta, me encontraba en el sur de Bélgica acompañando a
las seis monjas que me he referido en otros artículos. Me invitaron a un corto viaje
por Alemania. Me dijeron que iríamos a Aachen. Perplejo yo, me añadieron: Ud tal
vez la conocerá por Aix-la-Chapelle. De nuevo mi desconcierto, que llegó al colmo
cuando me dijeron: sí, donde fue enterrado Carlomagno. Me avergonzó haber
olvidado lo aprendido en el bachillerato y visité Aachen admirando la belleza y
compungido por mi ignorancia. Mi sorpresa y satisfacción llegó en casa, al saber
que en castellano, la población se llama Aquisgrán y con este nombre sí que la
recordaba.
He vuelto posteriormente y esta visita será la que tendré presente al redactar
ahora. Hasta el presente me he ido refiriendo a monumentos franceses, latinos,
mediterráneos. Y no he acabado, hoy se trata de otras tierras.
Aquisgrán es germánico. De lengua alemana, que desconozco, de seriedad,
limpieza, elegancia y una cierta actitud de ignorar al del visitante. Le falta la
peculiar pasión meridional. Digo esto, y tal me equivoque, pues, no tuve tenido
tiempo suficiente para aquilatarlo, ya que nuestra fugaz visita iba encaminada a la
catedral. Primera sorpresa: sus inicios no fueron tales. Carlomagno quiso tener una
capilla personal. No hay que olvidar que se consideraba y quería ser reconocido
como el Emperador, sucesor y poseedor de los honores y prerrogativas de los que
lo fueron de occidente y posteriormente en Constantinopla. Si el de Roma había
decaído, ocupando su lugar político la antigua Constantinopla, esta pasaba un
periodo de especial desprestigio. Se coronó pues y quiso ser coronado y, como
exhibición de majestad, mandó levantar para sí un lugar sagrado, de estilo oriental,
que en parte copió Rávena y en concreto San Vitale. El perímetro de esta, como el
del Santo Sepulcro en Jerusalén y posteriores, sería octogonal y su interior de
doble planta.
La riqueza del recinto, de acuerdo con los criterios de la época, estaba en la
posesión de reliquias de valor y, en este caso, un trozo de la capa de San Martín.
Hay que advertir como dato curioso, que, por su tamaño, al tal tejido se le llamó
capella. De tal nombre deriva que al lugar en francés, como ya he dicho, se le
llamase Aix-la-Chapelle, que a los recintos religiosos de uso personal de príncipes
se les llamara posteriormente capelles y que hoy en día a una iglesia pequeña,
aunque pueda ser de uso general, se le llame capilla. A este tesoro se le añade otro
más insigne, el cofre de la Virgen, que contiene: los pañales de Jesucristo, el manto
o vestido de la Virgen y el paño donde depositaron la cabeza de San Juan Bautista
después de ser decapitado. Estas reliquias, según leo, puede contemplarlas el
piadoso fiel cada 7 años. El aprecio y el convencimiento que de todo esto pueda
tener cada uno es muy respetable, aunque no sea obligatoriamente creible.
Poseyendo una tal fortuna espiritual, no es de extrañar que en esta iglesia fuera
enterrado Carlomagno y sus sucesores, Emperadores del Sacro Imperio Romano
Germánico, así se llamaban ellos.
A la construcción primitiva de la que he venido hablando, se le adosó, con grandes
dificultades arquitectónicas, una nave que permitió convertirla en catedral. Las
características técnicas e históricas de esta de esta operación, el que esté
interesado, encontrará mucha información en guías e Internet.
Uno queda sobrecogido al recorrer la parte céntrica y antigua de la población, por
su contenido histórico y elegancia, le cuesta aceptar que fuera uno de los inicios por
el norte, de la ruta jacobea. Aquella gente sencilla, atravesaría Francia y el norte de
España, ilusionada por el recuerdo del Amigo del Señor, cuya tumba querían
venerar. Imagino que difícilmente se sentirían cómodos ante la grandeza
monumental de la que he venido hablando.