Voz del Papa
Aprender de los santos
José Martínez Colín
1) Para saber
El pasado domingo 27 de abril, con gran alegría del Papa
Francisco y de toda la Iglesia, fueron canonizados dos papas.
Durante la homilía, recordó el Papa Francisco que son precisamente
los santos quienes llevan adelante y hacen crecer la Iglesia. Se
refirió a que tanto San Juan XXIII, como San Juan Pablo II,
“colaboraron con el Espíritu Santo para restaurar y actualizar la
Iglesia”.
La Iglesia, al canonizar a los santos, los pone como nuestros
intercesores ante Dios y también como ejemplo para nuestras vidas.
Ambos papas supieron seguir la voluntad de Dios, escuchar y seguir
al Espíritu Santo.
Decía el Papa Francisco que fueron dos hombres valerosos,
llenos del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el
mundo de la bondad de Dios, de su misericordia. Conocieron
tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte; en
ellos fue más fuerte la misericordia de Dios y la cercanía materna de
María.
2) Para pensar
San Juan XXIII demostró una delicada docilidad al Espíritu
Santo, se dejó conducir y fue para la Iglesia un pastor guiado por el
Espíritu. Decía el Papa Francisco: “Por eso me gusta pensar en él
como el Papa de la docilidad al Espíritu Santo”. En una ocasión el
papa San Juan XXIII le confió a su secretario: “¿Sabe? He llegado a
la conclusión de que el Espíritu Santo no asiste al Papa”. El
secretario confundido le preguntó: “Pero, ¿cómo dice eso?” El papa
sonriendo le aclaró: “Sí, el Espíritu Santo no asiste al papa. Pues el
papa es el asistente del Espíritu Santo”. Con lo que se quedó
tranquilo su secretario ante la broma que tenía mucho de cierto.
Respecto a san Juan Pablo II, decía el pontífice, que fue el
“Papa de la familia”, pues él mismo, una vez, dijo que así le habría
gustado ser recordado. Decía el Papa Francisco: “Me gusta
subrayarlo ahora que estamos viviendo un camino sinodal sobre la
familia”. San Juan Pablo II solía tener presente el ejemplo recibido
de sus padres y la huella que dejaron en su vida. De su madre
aprendió sus primeras oraciones que nunca olvidó. De su padre
recordaba con emoción: “Mi padre era admirable. Los violentos
golpes que tuvo que soportar abrieron en él una profunda
espiritualidad, y su dolor se hacía oración. El mero hecho de verle
rezando de rodillas tuvo una influencia decisiva en mis años de
juventud”.
Pensemos si damos ese ejemplo de piedad a quienes nos
rodean.
3) Para vivir
En ambos papas, también en el Papa Francisco, notamos algo
en común: la paz y la alegría que irradian. Basta ver sus rostros.
Pero si pensamos en la carga que un Papa tiene sobre sus espaldas,
no ha de ser fácil conservar esa paz. Si una mamá con algunos hijos
a veces pierde la paz, podemos imaginar lo que es tener que dirigir
la Iglesia con más de mil millones de personas. Cabría preguntarnos
cómo lo logra.
La causa la podríamos encontrar en que se supieron guiados
por el Espíritu Santo, lo cual les dio la seguridad de estar en sus
manos y confiar que Él es realmente quien dirige la Iglesia. Esa paz,
a su vez, les llevaba a no perder el buen humor que les caracterizó
siempre.
Aprendamos a seguir las inspiraciones del Espíritu Santo y
tendremos como frutos el gozo y la paz, sin perder el buen humor.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero en Computación por la UNAM y Doctor en Filosofía por la
Universidad de Navarra
( articulosdog@gmail.com )