MANOS ÚTILES
Buscaba algún signo para nuestra eucaristía del primero de mayo.
Día de los trabajadores – Día de San José Obrero.
Sabía que, como siempre, concluiríamos la eucaristía con la bendición de las
herramientas de trabajo.
Desde hacía tiempo estábamos invitando para la misma y……., como suele
sucederme, a última hora estaba buscando algún signo que pudiésemos realizar.
Sin lugar a dudas no he sido muy original puesto que es muy común el unir las
manos con el trabajo pero fue lo único que se me ocurrió.
En el momento de las ofrendas entregamos a cada uno de los presentes una hoja y
un lápiz y les invitamos a que rebordearan su mano sobre el papel.
Luego les invitamos a poner algo que la identificase un algo más.
Podía ser un anillo, una frase o su nombre.
Todas esas manos se desparramaron sobre la mesa del altar.
Nunca había celebrado una eucaristía sobre las manos de los presentes.
Es una bonita sensación de comunidad que celebra.
De vez en cuando miraba aquellas manos.
Algunas desmesuradas de grandes y otras con dedos delgados y largos.
Algunas muy pequeñas y otras las normales manos de la mayoría.
Todas y cada una de ellas servían de base para la eucaristía y ello las hacía
tremendamente valiosas.
Ellas eran manos útiles.
Es que, en cada eucaristía, las manos juegan un rol muy importante.
Son ellas las que traen la vida que se celebra y son ellas las que llevan el Cristo que
se nos brinda para ayudarnos a transformar el hoy.
Son ellas las que se unen para construir esa comunidad que reza, alaba y se
compromete.
Son ellas las que dan forma a las ofrendas de pan y vino puesto que le otorgan la
fuerza y la vivencia del trabajo de los hombres.
Son ellas las que se estrechan para construir esa paz que desde Cristo se brinda al
próximo.
En cada eucaristía no importa si son manos rústicas o delicadas sino que
únicamente sean manos dispuestas a unirse a las otras manos.
En cada eucaristía cada uno debe poner al servicio de los demás la sencillez de su
mano.
No importa si es una mano colmada de cultura o una mano plena de ignorancia lo
necesario es la disponibilidad de brindar su mano.
Allí no importa si son manos adornadas con lujosos anillos o si son manos curtidas
de callos.
Allí no hace diferencia un anillo de oro o un anillo de plástico. Son las manos las
que cuentan e importan.
Manos útiles son las manos que no se guardan.
Manos útiles son las manos que se brindan desinteresadamente.
Las manos que no se brindan se marginan de la eucaristía porque no se prestan
para la construcción de ese mañana más justo, más fraterno, más unido y más
cristiano.
En la eucaristía no hay lugar para los puños cerrados o para las manos crispadas.
Solamente hay lugar para las manos extendidas y brindándose.
En medio de aquellas manos desparramadas sobre la mesa del altar irrumpió Cristo
hecho presencia real y cada una de ellas se volvió completamente útiles.
Ellas lo permitían y Él se hacía presencia.
Una vez concluida la eucaristía, y luego de cerrado el templo, fui tomando cada una
de aquellas manos y agradeciendo.
Casi como en un ritual solitario esbocé ese gracias que es tan necesario.
Sí, un gracias pleno de reconocimiento y sinceridad.
Son las manos que hacen a la comunidad.
Son las manos que hacen posible nuestra eucaristía cotidiana.
Son las manos que brindan a Cristo a los demás.
Son las manos que pintan en rostros hermanos una sonrisa de felicidad.
Son manos que saben lo que es ser útiles.
Padre Martín Ponce de León SDB