NO LO ENTENDIERON
Habían compartido mucho tiempo con Él,
Sus ojos se volvían vez a vez más grandes para admirar a aquel ser.
Se deslumbraban con lo que hacía.
Se asombraban con lo que decía.
Llegó el día de la muerte y todo se les desplomó en mil trozos.
Vivieron su muerte como el más inesperado final.
Vivieron su muerte como un insospechado fracaso.
Llenos de miedo se refugiaron esperando lo peor.
Sus conversaciones se alimentaban de recuerdos.
Esos recuerdos fueron haciéndole sentir presente.
Tan presente que vivo, con ellos nuevamente.
Tan con ellos que compartiendo sus cosas nuevamente.
Fue, recién allí, que comenzaron a entrever algo más de Él.
Entre todos fueron volviendo a mirar sus gestos y refrescaron sus palabras.
Fue allí que comenzaron a descubrirle.
Fue, recién allí, que sus ojos se llenaron de luz y sus corazones de coraje.
Entre todos fueron llegando a una verdad que les colmaba de audacia.
Con esa verdad en su interior decidieron abrir la puerta y salir puesto que ya no
tenían nada que temer.
Lo que habían vivido sin entender era demasiado fuerte como para mantenerlo
entre ellos únicamente.
No lo habían entendido hasta que dejaron actuar a Dios y este los colmó de su
verdad.
No lo habían entendido hasta que el Espíritu los hizo desbordar de la acción de
Dios.
Ya no eran los que se conformaban con tener los ojos bien abiertos.
Ahora eran los que se sabían con una experiencia de vida para compartir con todos
los que deseasen escucharles.
Ahora eran los que se sabían con una experiencia de vida con la que podían
contagiar a otros muchos para que sus vidas se llenaran de sentido pleno.
Sin duda no habían llegado a la certeza desde su razón.
Eran muchas las cosas ante las que le sola razón quedaba de lado.
El encuentro vivido se les transformaba en algo mucho más intenso que una mera
experiencia.
Sentían que se movían desde una perspectiva que nunca había estado presente en
ellos durante su trato directo con Él.
Lo de antes era deslumbramiento, admiración y confianza ciega.
Ahora creían en Él.
Ahora tenían fe en Él.
Era, esa fe, quien impulsaba sus pasos y su testimonio.
Era, esa fe, la razón que les impulsaba a estar de puertas abiertas.
No tenían todas las respuestas. Ellas no eran necesarias.
Ya no se limitaban a quedarse en el pasado. Ahora el pasado les impulsaba al
encuentro del hoy para construir el mañana.
Ya no tenían espacio para la sola añoranza. Vivían a pleno el gozo de lo que habían
vivido.
Estaban transformados en testigos y lo sabían.
Nada en sus vidas volvería a ser igual puesto que, finalmente, habían descubierto
con quien habían compartido.
Del no entenderlo pasaron al apasionarse por Él.
Del no entenderlo pasaron al testimoniarlo.
Del no entenderlo llegaron al vivir para Él.
La búsqueda comunitaria había dado sus frutos.
La búsqueda comunitaria se hizo compromiso existencial.
El Espíritu de Dios había pasado por ellos y no fueron indiferentes.
Ahora eran muchos los que miraban a aquellas personas y no lograban entender su
transformación.
Padre Martín Ponce de León SDB