Voz del Papa
El Don de Piedad
José Martínez Colín
1) Para saber
El Papa Francisco consideró la importancia del Don de Piedad,
pues tiene que ver con quienes somos.
Cuando nos preguntan quiénes somos solemos dar nuestro
nombre, y si decimos nuestros apellidos, estamos nombrando de
quiénes somos hijos. Sucede que nuestras relaciones también son
parte de nosotros. Pues bien, con Dios tenemos una relación más
fuerte que con cualquiera en la tierra. Además de que nos creó al
darnos nuestra alma, quiso que esa relación de criaturas fuera
elevada mucho más al hacernos sus hijos. Ello fue gracias a la
Encarnación del Hijo de Dios. Como decía san Atanasio, el Hijo de
Dios se hizo hombre, para que el hijo del hombre se hiciera hijo de
Dios (es importante notar la mayúscula en la primera palabra Hijo).
Aquí entra el Don de Piedad que indica nuestra pertenencia a
Dios y nuestra relación profunda con Él. Dice el Papa que es una
relación que da sentido a toda nuestra vida y que nos mantiene
firmes, en comunión con Él, también en los momentos más difíciles
y complicados.
2) Para pensar
Hay una historia mundialmente conocida en donde se muestra
la confianza que un hijo tiene a su padre. Es la historia de Guillermo
Tell y su hijo Gualterio. Ellos vivían en la región de los Alpes hace
unos seiscientos años. Guillermo era un excelente cazador. Todos
admiraban además su nobleza y su familia era muy querida.
Gobernaba el orgulloso e injusto Gessler. Llegó al extremo de
mandar hacer una reverencia ante su sombrero que colgó en la
plaza.
Guillermo ignoraba tal disposición, y cuando bajó al pueblo,
fue apresado por no hacerla. Entonces Gessler, queriéndose divertir,
le propuso a Guillermo: si quería salvar a su hijo de ir a un calabozo
debía demostrar su puntería partiendo una manzana sobre la cabeza
de Gualterio a una distancia de cien pasos.
Guillermo se negó a exponer la vida de su hijo. Sin embargo,
Gualterio intervino y se dirigió a su padre: “Ten confianza que yo
esperaré la flecha sin miedo”. El muchacho no permitió que los
soldados lo ataran. El pueblo esperaba en silencio. Guillermo pidió
dos flechas, tensó la cuerda del arco y disparó... La flecha cortó
limpiamente el aire y partió la manzana sin tocar un pelo de
Gualterio. Todos los habitantes gritaron llenos de júbilo. Cuando el
tirano Gessler le preguntó a Guillermo por qué había pedido dos
flechas, Guillermo le contestó: “Si acaso hubiera matado a mi hijo,
la segunda flecha era para ti, y esa no la hubiera fallado”. Gessler
calló y aprendió la lección.
3) Para vivir
El Don de Piedad nos ayuda a tener la actitud confiada del hijo
de Guillermo Tell, pero hacia Dios. Ese Don nos inspira sentimientos
de confianza y nos mueve a ponernos en sus manos amorosas. Así
como un hijo confía en su padre y le entrega el corazón, así el alma,
bajo el influjo del Don de Piedad, tiene una confianza inmensa en
Dios y se le entrega de una manera total.
Cuando el Espíritu Santo nos hace percibir la presencia del
Señor y todo su amor por nosotros, nos calienta el corazón y nos
mueve casi naturalmente a la oración y a la celebración. Por ello
este Don cambia nuestra vida y nos llena de entusiasmo y de
alegría.
José Martínez Colín es sacerdote, Ingeniero en Computación por la UNAM y Doctor en Filosofía por la
Universidad de Navarra
( articulosdog@gmail.com )