Sócrates y la búsqueda del bien
P. Fernando Pascual
14-6-2014
En la cárcel, pocas horas antes de morir, Sócrates muestra una serenidad desconcertante. Sus amigos
no lo comprenden. El filósofo siente la necesidad de exponer los motivos que fundan la paz de su alma.
Los jueces de Atenas consideraron como un bien condenar a muerte a Sócrates. Por su parte, Sócrates
consideró como un bien aceptar la sentencia y evitar la fuga, aunque uno de sus amigos, Critón, había
preparado todo un plan para ayudarle a escapar de la cárcel.
¿Por qué el filósofo vive en paz mientras acepta la muerte? Por un motivo sencillo que Platón expone
en un diálogo titulado “Fedón”: porque cree que todo lo deciden los dioses según la idea del bien; y
porque un filósofo considera bueno someterse a lo que deciden unos “amos superiores” (los dioses).
Detrás de estas ideas hay un principio sencillo y comprometedor: el ser humano, en cuanto dotado de
inteligencia, puede reconocer el bien y puede optar por el mismo.
En otras palabras, nuestro comportamiento consciente y libre surge desde una estrecha relación con la
capacidad intelectual que nos permite distinguir entre el bien y el mal, entre lo justo y lo injusto, entre
lo que vale y lo caduco.
Sócrates encarna, de esta manera, un anhelo insuprimible de todo corazón humano: alcanzar los bienes
verdaderos. No nos satisface un placer efímero pero destructor. No queremos tener entre nuestras
manos sombras que engañan, sino ideales sanos que iluminan la vida y la orientan hacia la belleza.
Vivir como seres inteligentes significa afinar ese sentido del bien que nos aparta de espejismos fáciles
y nos lanza hacia lo que da un sentido pleno a la propia existencia.
Sólo entonces lograremos la paz del filósofo: como buscadores de la verdad, desde la confianza de que
existe un Dios bueno; un Dios que dirige la historia humana y el devenir cósmico con la mirada puesta
en bienes que duran para siempre.