INVOCACIÓN AL SEÑOR SANTIAGO (17 DE JULIO, 2014)
Un año más, los Amigos del Monasterio de Buenafuente del Sistal, de la
Provincia de Guadalajara, llegamos a tu casa, para hacer nuestra ofrenda y dejarnos
mirar por tus ojos grandes, después de haber recorrido cien kilómetros por el Camino
del Norte, en tierras asturianas.
Llevamos el nombre de un lugar consagrado a la oración y a la hospitalidad, razón
por la que a lo largo de los diversos caminos que confluyen en Compostela, que hemos
recorrido en años anteriores, nos detenemos a orar con las comunidades contemplativas.
En esta ocasión lo hemos hecho en las Clarisas de Villaviciosa, y en el Monasterio de
San Pelayo de Oviedo.
Y hoy deseamos orar por quienes se dedican de por vida a hacerlo por todos, para
que sigan siendo presencia testimonial de amor gratuito a Dios y llamada trascendente a
los peregrinos.
Tú fuiste, señor Santiago, el primer discípulo de Jesús que fue martirizado. Ante ti
queremos recordar a tantas comunidades de cristianos que sufren persecución por causa
de su fe. Nos llegan noticias estremecedoras, que dan cuenta de la brutalidad con la que
son tratados los cristianos en Nigeria, en Siria, en Irak…; hasta han llegado a
crucificarlos. Concédeles fuerza para que no decaigan en su fe.
Señor Santiago, que la sangre de los mártires sea un despertar de la fe entre
nosotros, a veces adormecidos e insensibles, por acostumbrados, en nuestras prácticas
religiosas. Que el valor de los que sufren sea reactivo para quienes nos hemos
acomodado en el seguimiento del Evangelio.
En el privilegio de poder invocarte públicamente, no podemos dejar de recordar, a
tantos peregrinos que llevan las preguntas más existenciales en su corazón, y heridas en
el alma. Te pedimos por los que hoy estamos ante tu sepulcro, que sintamos en el
abrazo a tu imagen el gozo del perdón y de la misericordia.
Somos conscientes de que prologamos la historia de la peregrinación, realizada
por tantos, y en condiciones mucho más penosas. ¡Cómo no recordar este año a San
Francisco de Asís, en el octavo centenario de su peregrinación!
Al vernos como familia ante ti, te presentamos el dolor y el sufrimiento de tantas
familias a las que acosa el paro, y sobre todo el dolor de la ruptura. Fortalece nuestros
hogares, especialmente a los niños, a los jóvenes y a los ancianos, de los que dice el
Papa Francisco que no sean descartados.
Somos deudores de la hospitalidad de esta Iglesia Apostólica, a la que nos unen
lazos de amistad. Te pedimos por su Pastor Julián, y por su obispo auxiliar Jesús. Lo
hacemos también por nuestra diócesis de Sigüenza-Guadalajara. Bendícelos con
copiosas vocaciones a la vida consagrada y al ministerio sacerdotal.
Apóstol del Señor, implora de tu Maestro Jesucristo una bendición copiosa sobre
todos nosotros y sobre nuestras familias y amigos. Amén