SAINT MAXIMIN- GROTTE DE LA SAINTE BAUME
Padre Pedrojosé Ynaraja
Allí donde Santa María Magdalena acabó su vida, dice en su inicio un largo archivo
de Internet de 22 páginas. Como es de suponer no es mi propósito ni transcribirlo,
ni siquiera resumirlo. El lector por su cuenta puede bajárselo. Este y muchos otros
más.
Vaya por delante que el lugar del que hablaré, está situado en la Provenza o, dicho
de otra manera y quizá mas entendedora, en tierras cercanas a Marsella. No creo
que la distancia llegue a los cien kilómetros, en línea recta. Me interesaba de
antiguo el sitio y me costó encontrar quien viniera conmigo. Quien finalmente
encontré, me acompañó no porque le interesase el tema, sino que era la condición
sine qua non, para que yo pasase por sitios que a él le importaban mucho y que a
mí no me costaba repetir visita.
Daba noticia el otro día de la leyenda-tradición de La Camarga que dice que los tres
hermanos, amigos de Jesús, junto con la de Salomé y la de Cleofás, con Sara la
sirvienta egipcia, fueron a parar a Les Saintes Maries de la mer. También advertía
que de acuerdo a esta narración, la hermana mayor, María, era la misma que la de
idéntico nombre había nacido en Magdala y a la que se le atribuía profesión de gran
pecadora, dicho de otra manera, prostituta.
(Por supuesto que una es la de Betania, otra la de Magdala y diferente también la
pecadora del pie del Tabor. Lo conservan muy claro las Iglesias de Oriente, no así la
Occidental o Latina).
Con estos supuestos antecedentes, la Magdalena determinó irse a llorar y pedir
perdón de sus pecados a una gruta. Alerta, baume, es una palabra provenzal que
significa “habitable oquedad en la roca”, y no bálsamo, como he leído en algún
sitio, dicho o escrito con intenciones insidiosas. Acudió a Saint Maximin, donde
recibió orientación espiritual y subió a la cima, dispuesta a vivir en solitaria
plegaria. Llegada su muerte, fue sepultada en esta basílica, hoy simple parroquia,
según leo. Se acerca uno bien a la población y puede visitar sin dificultad el bello
templo gótico y la tumba.
Puede uno también subir por buena carretera a un santuario situado a medio flanco
de la cresta de la cordillera, llamada de “la sainte baume”. Cuando yo estuve, la
acogida estaba a cargo de una comunidad de “Soeurs B←n←dictines du Sacr←-Coeur
de Montmatre”. Sabía que este ministerio se había encomendado anteriormente a
los PP Dominicos. Leo ahora que desde otoño de 2008, este servicio vuelve a
prestarlo una comunidad de la Orden de Predicadores, fundada por el burgalés
Domingo de Guzmán, pero que goza de mayor prestigio en Francia que en España.
El entorno, los edificios y el contacto personal que tuve, fue enormemente cristiano,
acogedor y “tr│s gentil”, que tratándose del sitio que hablo, los elogios deben
decirse en esta típica expresión francesa.
He dicho, y vuelvo a repetir, que se trata de leyenda. Que así, y solo esto sea,
puede interesar a los historiadores profanos. A mí, cristiano peregrino, entusiasta
admirador de la que tanto amó al Señor y que tuvo el privilegio de ser apóstol de
los apóstoles, no doy importancia a otra cosa que al fervor que allí se respira y la
riqueza que otorga al lugar la multisecular historia de los que allí han acudido en
gran número peregrinando.
(Paso al terreno anecdótico. La estancia en esta gruta natural ha dado pie a la
ejecución de múltiples imágenes, pictóricas preferentemente. Y eróticas muchas de
ellas. Supuesta la tradición que he referido, presentan a la Magdalena con formas
muy sensuales. Hay que recordar que el desnudo como puro arte, fue mal visto en
ciertas épocas. Ahora bien, el artista podía poner la excusa de que su obra
representaba a la santa en solitaria oración. Y la mujer se prestaba como modelo,
lo hacía para el mismo fin, así nadie les condenaba).
Tiempos posteriores a los iniciales de La Provenza, con la excusa de que podían ser
profanadas sus reliquias, se trasladaron a la en construcción basílica de Vezelay,
que de ella tomó nombre y de la que ya escribí otro día.
Personalmente tenía una gran ilusión de visitar el lugar. Dispuse de poco tiempo.
Desde el santuario al que me he referido no pude desplazarme hasta la cima. Era
verano y el alcalde de la población lo tenía prohibido, por el peligro de que se
pudiese provocar un incendio. Sé que me separaba algo menos de una hora
andando y pude ver el promontorio donde está la gruta (la sainte baume, en
provenzal, vuelvo a repetir). También fotografiarlo. Marché con cierta nostalgia y
emocionado. Repetía en mi interior fragmentos de una oración que había escrito y
publicado en otro tiempo y que ahora copio.
Como tú, de otra manera, yo le amé. Como tú, de otra manera, fui librado del
pecado. Como tú, de otra manera, le seguí.
Como tú, de otra manera, lo sigo buscando. Como tú, de otra manera, siento
lástima de su dolor. Como tú, de otra manera, pienso que no todo está perdido.
Como tú, de otra manera, aun llorando, no pierdo la Esperanza.
Fuiste la primera, tú que le amabas como ninguno, tú que le buscabas en el huerto
muerto y enterrado, mientras los demás dormían derrotados. Le encontraste, te
encontró y te envió a anunciar a los suyos que vivía.
Más tarde reposaste y meditaste, nuevos proyectos junto a tu Lago.
Lejos debías partir y amar. Lejos debías marchar a llorar. Lejos debía ser donde
rezaras. Lo cumpliste.
El mar, fue en realidad la brisa la que te empujó, te trasladó junto a un inmenso
lago y te quedaste hasta que llegara el gran encuentro definitivo, total, para
siempre, orando. Tu cuerpecito fue repartido más tarde. Aquel de ojazos soñadores,
que hoy reciben sublime luz, y que por primera vez se habían abierto junto a tu
Lago.
Toda tú posees ahora con su Madre, con sus amigos, con los amigos y con los
descendientes de sus amigos, más paz y alegría de la que pudieras nunca soñar.
Haz un hueco para mí a tu lado, María, la de Magdala, la que tanto amó a mi Señor
y amigo