Un desvío del trabajo parroquial
Padre Luis A. Rivero
Arquidiócesis de Miami
Ha pasado un tiempo desde la última vez que nos comunicamos. Espero que
todo les vaya bien. Es irónico que hace un año desde la última vez que nos
encontramos en el camino, y compartí con ustedes el maravilloso encuentro que
tuve con Sandi. Desde entonces, han sucedido muchas cosas. El camino ha sido
agradable y, en las ocasiones en que no lo es tanto, la esperanza de que mejore
nos motiva a todos a continuar la jornada.
Desde nuestro último encuentro, el cambio más obvio fue que, tras dos años de
compartir el camino con la gente buena de St. Agnes, en Key Biscayne, se me
pidió que me concentrara en otro aspecto del ministerio. El arzobispo Wenski
me llamó y me encargó la responsabilidad de dirigir la pastoral universitaria de
la Arquidiócesis de Miami. Como parte de tal responsabilidad, dirijo la Pastoral
Universitaria de nuestra universidad arquidiocesana de St. Thomas. ¡Vaya, qué
desvío! En el seminario – donde pasé 10 años – fuimos preparados para ser
sacerdotes parroquiales. Se nos educa para convertirnos en servidores fieles a
cargo de las muchas almas que se confían a nuestro cuidado, como se los he
indicado anteriormente. Aunque yo siempre me visualizaba en el ambiente
parroquial, el Señor tenía otros planes. Como dicen, “Si quieres hacer reír a
Dios, indícale tus planes”.
Así que comencé a trabajar en la universidad de St. Thomas a finales de agosto.
Aparte del año que serví en el club Newman en FAU durante el trabajo pastoral,
nunca había estado en un ambiente universitario regular. Por lo tanto, nunca
había vivido la experiencia de la “vida universitaria”. No tenía expectativas y
todo era relativamente nuevo para mí. Aunque la novedad a veces puede
tomarnos por sorpresa y llevarnos a un estado de incertidumbre, no puedo decir
que esa ha sido mi experiencia. ¡Todo lo contrario! He conocido personas
maravillosas que forman parte de la parroquia universitaria. He conocido
profesores, personal y estudiantes maravillosos que comparten los mismos
anhelos que ustedes y yo tenemos, a saber, el encuentro diario con el Dios
verdadero y vivo, reconocerle en medio de nosotros en las muchas cosas que
hacemos.
Aunque esta es una nueva experiencia – un hermoso desvío que el Señor me ha
regalado – sé que hay algo que todos anhelamos, independientemente de la
edad, la concentración, la profesión, el credo, la raza, el sexo, o la diversidad.
Todos buscamos el Camino. Buscamos la Verdad. Buscamos la Vida (cf. Jn
14:6). Somos un pueblo de esperanza, algo que vi claramente en la parroquia, y
continúo viendo en las diversas universidades y entidades de educación superior
en la Arquidiócesis de Miami.