Agradecimiento a lo largo del camino
Padre Luis A. Rivero
Arquidiócesis de Miami
Si esta es la primera vez que lee el blog arquidiocesano Let’s Talk (Hablemos), le
extiendo la bienvenida a nombre de todos. Si visita el blog con regularidad, le
damos nuevamente la bienvenida y le agradecemos su tiempo.
El pasado agosto, utilizaba la analogía de un recorrido para reflexionar sobre mi
jornada vocacional. Aunque los meses han pasado con rapidez, les aseguro que
aún queda camino por recorrer. Deseo aprovechar esta oportunidad en la que
nos detenemos para descansar, para compartir con ustedes un poco más sobre
lo que ha sucedido a lo largo del camino, un camino que se ha vuelto muy
interesante, cuando menos. Esta es como esa parte del recorrido donde no se
puede conducir con mucha velocidad, porque deseamos disfrutar la hermosa
vista que nos rodea. Durante estos meses, especialmente tras mi ordenación al
diaconado transitorio, he recibido muchas bendicions que no puedo menos que
agradecer.
Hasta esta fecha, pude experimentar la presencia de Cristo en la Administración
del Hospital de Veteranos de la ciudad de Nueva York, donde trabajé y residí
durante los meses del verano. Allí fui testigo de la amorosa misericordia y la
bondad de Dios a través de las numerosas personas que sufren enfermedades.
Experimenté la compasión y el amor de Cristo por nosotros en gran grado.
Establecí nuevas amistades, especialmente en el hogar donde residí, lo que me
recordaba constantemente la verdadera presencia de Cristo, a través del Espíritu
Santo, en medio de nosotros.
Al regresar a Miami para mi año como diácono, me asignaron a St. Timothy, la
parroquia en la que crecí. Hasta el momento, encontrarme entre la gente en
medio de la cual nació mi vocación, ha sido una experiencia hermosa. Es
maravilloso compartir con ellos los muchos momentos de dicha y desafíos
presentes en cada familia. He sido bendecido con el regalo de bautizar a más de
una docena de niños, y de ser testigo en los matrimonios. También tuve la
gracia de celebrar el 50mo aniversario de la parroquia, y de recordar el pasado
mientras miraba hacia el futuro con gran esperanza. Tuve la oportunidad de
compartir con mi alma mater, el seminario escuela de St. John Vianney, sus 50
años de formación sacerdotal, una gran celebración que realzó la importancia del
trabajo que se realiza en 33 acres de Westchester para construir el Reino de
Dios.
En medio de todo este entusiasmo, la gentil voz del GPS divino continúa
guiándome. El seminario permanece como sistema de navegación, al balancear
las cuatro áreas de formación: espiritual, académica, pastoral y humana. El
recorrido hasta aquí ha sido muy emocionante, con muchas escenas hermosas a
lo largo del camino. A veces, el camino ha sido muy excitante, y a veces
desafiante, con lluvias esporádicas, pero nada me disuade.
Según se acerca el Día de Acción de Gracias, tengo mucho que agradecer. Puedo
decir que hay muchos rostros que, sin duda alguna, son testimonio de Cristo
sólo con sostener una señal en el camino. En medio de un mundo donde la
situación económica es cada vez más apremiante, donde han cambiado las
estructuras sociales a las que estamos acostumbrados y las cosas no son como
solían ser, no puedo menos que dar gracias.
Doy gracias a Dios cada día por las muchas bendiciones que me ha otorgado. Le
doy gracias por el regalo del sacerdocio en este Año Sacerdotal, y por los buenos
y numerosos ejemplos que ha colocado frente a mí. Le doy gracias por los 50
años de formación sacerdotal de St. John Vianney, y por mi familia parroquial en
St. Timothy. Le agradezco mi vocación al sacerdocio ministerial y las abundantes
gracias recibidas.
¿Qué les motiva a dar gracias?